Steve Vai es capaz de sacudir con su guitarra los oídos más caprichosos que hayan existido; su habilidad lo ha llevado a tocar al lado de ‘monstruos’ como Frank Zappa, David Lee Roth, Joe Satriani, etc.

“The Story Of Light Tour” fue el pretexto ideal para que Vai pisara nuevamente tierra chilanga; el guitarrista norteamericano se ha convertido casi en un huésped capitalino por sus múltiples apariciones en el D.F.

Ya sea con el G3, acompañado de músicos de calidad o solo, Stevie Vai es sinónimo de calidad en las cuerdas. Con un uniforme estilo Stevie Ray Vaughn, Vai y compañía levantaron a casi cinco mil personas que se dieron cita en el Teatro Metropolitan con “Racing The World”.

“Velorum” dejo ver la maestría que corre por los dedos de Vai, una introducción cuasi ‘progresiva’ dio pie a una serie de movimientos teatrales del legendario guitarrista. “Hola Ciudad de México, ustedes son increíbles, son uno de los mejores públicos que hay. Pónganse cómodos mejor porque vamos a tocar alrededor de seis horas”, bromeó Vai al público.

Vai tomó una fotografía hacia el público con un celular mientras la batería sonaba infatigable como fondo; “Building The Church” sacó a flote la rapidez y elegancia del guitarrista. Los fanáticos festejaban cada movimiento del neoyorquino.

Una voz es innecesaria, el lenguaje de la guitarra de Vai es universal; “Tender Surrender” sacó a flote la elegancia que puede maquilar junto a su banda y un distorsionador Wah Wah.

Después de casi sufrir un infarto en el escenario por la energía impresa, Vai forjó un “In Crescendo” en “Gravity Storm”, homenaje casi explícito a Jimi Hendrix. Un emotivo solo acústico que estaba en un “arpeggio” fue la introducción a “Weeping China”, un lamento de las cuerdas que que se desprendía de una lira a punto de estallar.

“Answers” dio señales del lado progresivo de Vai, y “The Animal” sacudió las entrañas funk del cuarteto con el poderoso bajó de Philip Bynoe. “Whispering a Prayer” es una delicia al oído, un riff intenso y complejo hace recordar al Frank Zappa de “The Watermelon In Easter Hay”.

“Rescue Me” trajo finalmente una voz a la atmósfera con Vai al frente; “Sisters” es una amalgama de sonidos guturales y una guerra de instrumentos.

Vai preguntaba por su baterista; Jeremy Colson llegó con un instrumento arcaico elaborado por él que emulaba los sonidos de una batería rudimentaria en “Treasure Island”, “Salamanders In The Sun” y “Pusa Road”.

¿El resultado? Una amalgama de sonidos junto a la guitarra acústica de Vai que literalmente cimbró hasta el piso, gracias a la improvisación con las baquetas de Colson, que fue coronada por un intenso solo de batería que casi hizo sangrar los discos durante más de diez minutos.

Con un traje futurista, Vai anunciaba un caos musical; el guitarrista anegó el recinto con luces que desprendía de su envergadura en “The Ultra Zone” y “Frank”. Vai enseñó sus habilidades de “Beat Vox” e hizo un estreno al invitar a una pareja a bailar ; “Build Me A Zone”, “For The Love Of God” y “Tarus Bulba” dieron fin al recital de dos horas y media.