Una obra maestra, no de la banda, sino del productor Martin Hannett. Hay un trabajo impecable en la batería (en 24 Hour Party People parodian el momento de grabación, cuando Hannett manda a Stephen Morris a memorizar la figura a la azotea del estudio), el bajo suena melódico y las guitarras son las que le dan fuerza a la voz de Curtis que con todo tipo de delays y armonizadores, canta sobre una chica epiléptica. Autobiográfica e icónica, ésta es la que no puede faltar en ninguna compilación.