El Metro fue una infamia. Un encierro brutal en medio de un calor sofocante. Unade esas cosas a las que Carlos Monsiváis atinadamente decía que no le cabía nila idea de espacio. Afuera el aire apenas refresca. El cielo se cierra pero por unmomento parece que la lluvia, que hace un par de horas amainó el calor de la tarde,ha cedido.

Abundan los chicos con carteles improvisados en una hoja arrancada a uncuaderno profesional y pegada a su pecho. Venden boletos: sección naranja, 500pesos; general, mil-mil trescientos. Primero parece una puntada. No tardo endarme cuenta que es una estrategia bien conocida. Como esta otra: entre los autosque circulan por Río Piedad, y esto no es novedad ni siquiera para las autoridadesque supuestamente lo combaten, hay personas ofreciendo vender o comprarboletos. Las transacciones se hacen en las ventanillas, incluso al ritmo pasmoso alque circulan los vehículos. También cuando uno sale de los torniquetes o entra alForo Sol.

De repente, el cielo es otro. Se oscurece antes de que la luz del día ceda. Primeroes una llovizna ligera; luego se vuelve pertinaz. Al final el agua escurre por la ropa,aplasta el pelo. Incrementa, eso sí, la sensación de emoción. El Foro Sol no estátan atiborrado como hubiese creído. Aun así, las conversaciones se entrelazan yse convierten en un rumor atemperado por la música de Other Lives, el primertelonero.

La cerveza no circula con tanta avidez. No sé si sea la lluvia que cae desdeminutos antes de las ocho o que no es ni tantito buena. El público es inclasificable;de edades variadas en principio. Unos, incluso, vienen solos, como la adolescentede la capa rosa. La lluvia refrescó el clima cálido de los días anteriores, de la tarde que transcurrió lenta, pero ahora se siente frío. Le va mejor a los canadienses deCaribou a pesar de la lluvia.

Abundan los plásticos grises, verdes, rojos, rosas y azules. No hay esa mismaemoción que se respiraba la ocasión anterior. ¿Será la lluvia? Para muchos, estoparece un trámite, como un paso obligado al momento cumbre de la noche, elprimero de los dos conciertos de Radiohead, que empezará quince minutosdespués de las 10, cuando se apaguen las luces y empiece a sonar “Bloom” conun juego de luces verdes y azules en el escenario. Ambiente acuoso se diría, en elque un Tom York de cabello largo dirá sus primeras palabras en español: “Buenasnoches, Mecsicou”. El público recibe con euforia “15 step”.

Siempre acabo preguntándome qué hacemos todas estas personashomogeneizándonos frente a cinco fulanos parados en un escenario y a los quela mayoría de los que estamos aquí –y somos bastantes- apenas si vemos o, deplano, vemos a través del par de pantallas gigantes colocadas al lado del escenario.

Ahora, por cierto, transmiten en color verde y están divididas en cuatro cada unamostrando un detalle distinto de la interpretación en vivo cuando los británicostocan. No lo sé, la verdad, pero acá estamos cantando, casi susurrando.

B me dijo que en el concierto de la vez pasada lo hicieron, así que nopodía suceder otra vez. “No van a tocar ‘Creep'”, sostuvo con ese tonosentencioso que a veces le sale naturalmente. No se equivocaba.“Airbag” es la tercera del rol de canciones. En el escenario hay unalínea horizontal de cinco pantallas en la parte superior. Abajo deéstas, una ilusión de doce pantallas forman una asimetría. O un signo.

Ahora el cielo está tranquilo, parece despejarse. Suena “Staircase”. Luego, ruidovisual alusivo a nuevas comunicaciones (tecnología de la información) y undestellante verde. Las pantallas laterales también están contaminadas por el ruido,estática o como quiera nombrarse. Fue “The gloaming” del álbum Hail to thief.

¿Por qué silbamos, gritamos, brincamos, nos emocionamos? Otra nueva canción.Espero que les guste. Yorke se refiere a “Supercollider”, de las que publicarona través del Record Store Day. ¿Por qué nos entusiasma que diga un par depalabras en español? El Foro Sol está sumido en el mutismo. Suenan los primerosacordes de “I might be wrong” y hay un grito ahogado.

Y luego nada. ¿La lluviaserá responsable del aforo? ¿Un 80%? En las gradas, si no la mayoría, sí unaparte considerable está sentada. Escucha. “Esta canción es ‘Nude’”. En español,así hace la presentación de este tema del In rainbows. Y entre los éxitos, másnovedades: “Identikit”, “Little by Little” y “Lotus flower”. El juego de luces es cadavez más apantallante. Con “There there” hay rojo parpadeante. Luego cambia averde en “Feral”.

El experto que tengo a mi lado se burla de que Thom Yorke quiera bailar igualito alcantante de James. Es la segunda vez que lo hace, ahora en “Idioteque”. Y añade: “Sialgo hay que aplaudir a Radiohead es su radicalismo. No es un grupo complaciente.Toca lo que quiere tocar”. Salen del escenario.

Fueron 23 canciones. Un repaso a la historia reciente del cuarteto británico. Dosencores, el público cada vez más entregado. “Exit music” es la que mejor suena, conYorke en medio del escenario, primero solo con su guitarra.

Ya no llueve, por fortuna. Mis pasos me llevan hacia la estación de metro quetendrá más de una hora cerrada. Por todos lados hay un taxista dispuestísimoa llevarte adonde quieras. Pero por unos cuantos kilómetros quieren sacar lacuenta de un día. Si el viaje es largo, como el mío, apuran los números y la cifra esescandalosa. Camino. Parecía que sería una noche lluviosa pero ya pasaron algunashoras sin una gota.