Ya entramos en la cuenta regresiva por escuchar de una vez por todas el segundo disco de David Bowie desde su regreso: “Black Star” se lanza el 8 de enero y, contrario a lo que sucedió con “The Next Day”, ahora sí tenemos una idea de a qué sonará y de qué tratará.

The Next Day fue un éxito tanto crítico como comercial sin precedentes para un proyecto que no había lanzado material en poco más de 10 años y que además se fue de la manera en como Bowie se había retirado. A partir del “Tonight”, el camaleón había entrado en una etapa crítica de malas decisiones, como haber formado ese súper grupo que nunca terminó de levantar (Tin Machine) o empezar a lanzar discos sin ninguna razón de ser. Cuando su fuerza creativa se recobró, empapada de la influencia de Nine Inch Nails para “Black Tie White Noise” (1993), Bowie había pasado casi desapercibido y así permaneció aun y con el sumamente emotivo “Heathen” y su despedida en “Reality”.

El regreso de David Bowie ha sido un hito porque empezó a hacer lo que mejor hacía: reinventarse, tomar ideas de los demás y re-adaptarlas a su propio arte con una gran pasión por el trabajo que lo influye. No es ningún secreto que Bowie más que un hombre que revolucionó a la música con cada disco que lanzó, es un gran imitador.

El mejor ejemplo es, sin lugar a dudas, la trilogía de Berlín, la colección de tres discos producidos por el rey del minimalismo, Brian Eno, está fuertemente influenciada en la música electrónica que se hacía en Alemania una década antes de aquellos lanzamientos. Kraftwerk, Can, Neu! y las demás fuerzas del krautrock contrario a Bowie no habían logrado lanzar algo tan bien materializado como ”Station to Station”, “Low” y “Heroes”, tres discos clásicos de la música contemporánea.

Tras ellos, Bowie no dudó en lanzarse al new wave y a la música dance para su siguiente etapa influenciada por lo que sonaba en ese momento y obteniendo el éxito comercial, razón por la cual Nile Rodgers le produjo su disco más exitoso comercialmente hablando: “Let’s Dance”. En su última etapa pre-The Next Day, como ya se dijo anteriormente, agarró de compa a Trent Reznor de Nine Inch Nails y trató de hacer lo suyo (con un gran éxito) en “Outside” y “Earthling”.

Hoy Bowie hace lo mismo al decirnos que las propuestas más vanguardistas del presente son las más grandes influencias para “Black Star”: el dúo de hip hop experimental Death Grips y el rapero que incorpora elementos jazzísticos en su música, Kendrick Lamar.

Otro punto que ha hecho del regreso de Bowie uno de los más interesantes (y que también lo entendió Star Wars) es la nostalgia: Bowie nos está ofreciendo, según lo visto en el video de Black Star, una continuación de su etapa más importante artísticamente hablando: la de Ziggy Stardust and The Spiders From Mars.

La influencia no siempre fue musical para él, al menos no en sus inicios, cuando las historias escritas por Ray Bradbury lo ayudaron a inventar a este personaje y con él producir discos conceptuales tan extraordinariamente hermosos como “Ziggy Stardust and The Spiders From Mars”, “Hunky Dory” y “Aladdin Sane”. Cada disco completamente diferente al otro, lo único que tienen en común es que está ahí dentro este personaje bellamente encarnado por Bowie, del cual no se supo un fin realmente, hasta ahora que esperemos haya más de Ziggy, tal como nos revela el primer sencillo del disco.

Estos símbolos y pistas de que continuará con el personaje nos hacen sentir que está complementando su trabajo pasado, haciendo de esto un extra muy valioso para la nueva música de Bowie puesto que tiene un fin en particular y, como David cada año se dedicó a cambiar su sonido, nada de lo que haga resultará incompatible con lo demás.

Pero ahora sólo queda esperar al 8 de enero para escuchar y sentir todo lo que David Bowie nos dará con “Black Star”, un disco que, además de seguir con su línea, siempre vanguardista, nos podrá dar un golpe de nostalgia al terminar el rompecabezas de su personificación más amada.

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