Polly Jean Harvey se complica las cosas.
Nunca le ha bastado servirse de lo mismo, ocupar sonidos iguales, producciones iguales, bañarse con las mismas aguas. Es de una exigencia permanente, consigo misma y con sus escuchas. A veces frustra.

Nunca ha sido una artista inaccesible. No podríamos decir que sus melodías aturden o confunden, sus estructuras incomodan o sus sonidos resultan estridentes. Produce rock del más tradicional y pleno, de altísima factura, con un toque letrístico de matices profundos e inteligentes. No frustra por el fondo, sino por las formas.

Ahí se presenta como un personaje "camaleónico". El término se usa a diestra y siniestra, pero en este caso no hay descripción más exacta: comenzó, hace veinte años, como un animal salvaje de la guitarra, en ese par de discos emocionantes y llenos de adrenalina como son Dry y Rid Of Me. Desde los años iniciales de Patti Smith (un comparativo innegable) no se escuchaba una fuerza motora tan exaltante, fresca, vital.

https://www.youtube.com/watch?v=ogefdEbjr98

Pasaron algunos años y pulió su figura. To Bring You My Love exhibe a una Polly Jean romántica (y el término no se utiliza a la ligera), dolida, bluesera, madura. De voz inquebrantable, se convirtiría ya en una figura de importancia indiscutible en la música popular contemporánea. En retrospectiva, hablamos quizá del mejor de sus discos, un cúmulo de músicas folclóricas, corazones rotos, distorsiones sónicas, agravios personales. Dejamos atrás a la joven y transgresora poetiza del grunge.