No, ya no tienen esa pinta de barrabrava argentino, ¿pero qué importa!

Qué importa cuando todavía ponen a bailar a un Foro Sol con ‘Yo no me sentaría en tu mesa’, y cuando todavía se enchina cada poro de la piel con ‘Siguiendo la Luna’.

La noche del 12 de noviembre de 2015 quedará guardada para siempre en la memoria miles de personas

Las mismas que toda la noche saltaron sin dejar de silbar. Las mismas que cantaron todas, todas las canciones que los Fabulosos Cadillacs interpretaron en esa noche del otoño mexicano.

Un otoño que recuerda que ya pasaron 30 años desde aquellas primeras presentaciones de 1985. Pero un otoño donde el frío no se siente cuando se baila. Y un otoño que recuerda que los amigos cubren cuando se va a llorar.

Y es que al final el concierto que comenzó al filo de las 10 de la noche fue una reunión de amigos.

El amigo Vicentico y compañía no se guardaron nada en el escenario, y los amigos de enfrente, los de hace ya tantos años, no se guardaron la voz para acompañarlos.

La noche la abrió un tal ‘Genio del dub’. Sonaron los primeros acordes, se frotó la lámpara y salió la magia.

Luego ‘Mi novia se cayó en un pozo ciego’ y como había que sacarla no hubo mejor opción que hacerla a la ‘Luz del ritmo’. Después, ‘Demasiada presión’ liberó las gargantas de los asistentes, y luego de varias piezas más salió del callejón el León Santillán.

Después se lloró canción, y a una sola voz se entonó una verdad colectiva: “Quien duda de nuestras canciones, duda de nuestro corazón”.

Ahí Vicentico saludó al público. A su México, una de las tierra elegidas para la gira donde celebran los primeros 30 años de trayectoria. 30 fabulosos años.

El preámbulo de las clásicas ‘Calaveras y Diablitos’ y ‘Vos sabés’ fue ‘Sabato’, esa del homenaje al escritor argentino cuya historia se desarrolla en el Parque Lezama, el de la calesita, allá en el barrio bonaerense de San Telmo.

Y después, si todavía se tenía espacio para más nostalgia los Fabulosos tocaron ‘Revolution Rock’, canción del disco El ritmo mundial editado hace apenas 27 años.

Y entonces las luces se apagaron. Y entonces los corazones se prendieron. Y entonces “vamos mi cariño que todo está bien, esta noche cambiaré, te juro que cambiaré (…) Vamos mi cariño ya no llores más, por vos yo bajaría el sol”.

¿No quedó claro? La música salvará al mundo, muchachos.

Y ya que se entendió, continuó el carnaval, ese de toda la vida. Y nadie se quedó adentro, porque “afuera es carnaval”. Y tampoco nadie dejó de aplaudir. En una de las clásicas escenas de un concierto Cadillac el publicó aplaudió con las manos en lo alto al ritmo de la música. Paparapapá, parapapa.

Al término de la canción, siguió ‘Mal Bicho’ y justo cuando iba a entonarse el coro final, Vicentico pidió que se apagaran todas las luces. “Todas”, dijo, incluso celulares.

Y ya con casi todas las luces apagadas –porque no faltó el desobediente-, a una voz se escuchó: “Yo no voy a la guerra. A la violencia. A la injusticia. ¡Ni a su codicia! ¡Digo no! ¡Digo no! ¡Digo no! ¡Digo no! ¡Digo no! Paz en el mundo”.

Y finalmente ‘Matador’ con un Foro Sol cimbrado hasta los cimientos cerró esa tanda de canciones.

Una pausa. Y volvieron los Fabulosos Cadillacs acompañados de ‘Carmela’.

Luego entonces vino uno de esos momentos que cuesta tanto trabajo describir. Ese momento que empezó con los primeros acordes de esa canción que cada seguidor del grupo ha hecho propia, siempre acompañada de una historia que contar.

“Ay, viejo, que en este juego a mí siempre me toca perder” Pero “Siempre habrá vasos vacíos con agua de la ciudad”.

“Y ponte esta noche a bailar”.

Al acabar la canción parecía que quedaba poco del concierto, pero sabíamos que quedaba mucho.

“Cuando comienza a irse el sol y la cerveza ya se empieza a acabar yo me pregunto por qué, por qué mi amor se fue”.

La cerveza no se había acabado. Y un, dos, tres, a seguir brincando porque sonaba ‘Te tiraré del altar’, y esta canción prohíbe quedarse quieto.

¡No! ¡No dejen de brincar! Dijo a lo lejos el ‘Satánico Dr. Cadillac’. Los Cadillacs tocaban para vos.

“Te sienta bien ser cool. Te sienta bien el mal. Te sienta bien ser Dios. Te sienta bien mentir”.

Nadie se fue de nuestro lugar pues todos sabían que el final de esta noche mágica llegaría con nuestra canción, la que representa algo tan importante como la amistad.

“Voy a saltar toda la noche sin dejar de brincar”, dice esta rola en una frase que engloba lo que fue el concierto de este grupo que cada vez es más fabuloso, y siempre será un hermoso clásico, como ese Cadillac 57.

Y es que nunca, pero nunca, nunca, podrán callar esta canción.

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