Busco desesperadamente una cerveza, pero no hay modo. O me formo en una fila a la que le calculo no menos de 50 personaspara conseguir una pulsera + 18, o me aguanto la sed que comienzo a sentir.

Pues nada, pasa lo segundo porque en eso se apagan las luces del Pepsi Center y escucho el griterío que no significa otra cosa más que Major Lazer ya está en el escenario.

Corro. Busco un rincón desde el cual ver el concierto y apenas si alcanzo a estar a la mitad de la pista. Esto está lleno y no tengo el valor de los chavitos fresas que pasan empujando a todo mundo con tal de llegar hasta enfrente.

Sale Diplo, comienzan los visuales vertiginosos y coloridos en las pantallas aunque, para mi gusto, a la altura a la que estoy, el sonido no está tan bien. Siento que le falta ponchis y, ¡carajo! Estoy en un concierto de electrónica y quiero que mis oídos terminen reclamándome tanto estruendo.

En fin, tolero que los gritos del grupo de chicas detrás de mí -por cierto, peinadas con trencitas comoMØ- se escuchen más que ‘Be togheter’ o ‘Jet blue jet’.

Aunque, sin darme cuenta, eso pasa a segundo plano y comienzo a sentir el calor de todos brincando, a placer y a petición de Diplo, Jillionaire y Walshy Fire, quienes son como los líderes de la secta que nos ordenan poner “las manos arriba, México City”; yo obedezco, los que están a mi alrededor también.

Esto va tan bien, que los celulares (como siempre, grabando videos que nunca volverán a ver) desaparecen y la gente se concentra el bailar, ufff, para eso está el ambiente y quién no quiere seguir a las sensuales chicas en leotardo y mini falda que se contonean en el escenario.

Estamos metidísimos con ‘Lose yourself’, ‘Watch Out For This (Bumaye)’ que no tenemos idea de que el concierto está a punto de terminar. Entonces suena el intro de ‘Lean On’ y ¡pum! eso se vuelve un manicomio porque, encima, en las pantallas hay imágenes de Bellas Artes, el Ángel, la Basílica y para hacer bien la barba,Jillionaire y Walshy Fire traen playeras de la Selección Mexicana de futbol y una bandera tricolor.

Acaso se echan un par de canciones más y para no cortar de tajo el bonito momento, tocan ‘Entrega de amor’, de los Ángeles Azules;saben que con esa charanga, la raza no se pondrá loca porque apenas se están cumpliendo 90 minutos de concierto.

La magia termina cuando se enciende las luces. El piso pegajoso me recuerda que no pude tomarme ni una cerveza porque el tiempo se fue súper rápido con cada una de las canciones con las que Major Lazer nos regaló una noche espectacular.

¿Estuviste ahí? O fuiste de los que ya no alcanzaron boleto.

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