Los “fanes” —por tomar el término preferido por el vocalista Zeta— mexicanos del grupo de folk/power metal de Madrid tienen pocos similares en cuanto a entrega y pasión.

Iron Maiden ha inspirado documentales sobre la devoción internacional que inspiran y por supuesto que Mägo de Oz no se compara a la hora de sacar estadísticas —sobre todo porque el recinto no se llenó por completo—, pero en términos de pasión, hay bastantes parecidos.

Es sobre todo impresionante, considerando lo fuera de proporción que representa Mägo de Oz. Desde el momento en que uno fue guiado al epicentro de la Arena Ciudad de México, encontramos un escenario adornado por demonios, figuras malditas y las caras de los miembros de la banda.

Una vez que cayó el telón —accidentalmente, se debe mencionar—, se reveló que la banda, siguiendo los pasos de Metallica, Kiss y el Rock En Tu Idioma, utilizaría arreglos orquestales a cargo de una sinfonietta y coro, todos maquillados como catrinas.

Ahí no acabaron las sorpresas. El show de Mägo de Oz es uno en el que lo teatral y excesivo se unen por la causa de rockear o algo así. Hubo bailarines, bolas de fuego, duelos de espadas entre ángeles y demonios, payasos inflables, exmiembros de la banda y un ensamble de gaiteros en varios puntos del show que abarcó selecciones a través de su discografía. Probablemente porque este concierto fue filmado para un DVD a salir en el futuro.

Por ahí de la mitad de la noche nos deleitaron con un montaje de sus videos que la gente corearon como si la banda estuviera en el escenario, además que fue el punto en el que mejor se escuchó la música del concierto.

Las canciones son un menjurje de metal épico, canciones celtas, power ballads y cánticos de piratas que tocan un lugar especial en los corazones y gargantas de sus fans.

Sin embargo, algo que poco a poco se nota entre los falsetes de Zeta y la co-vocalista Patricia Tapia es que sus ganchos melódicos y coros que convocan a alzar el puño al aire, tienen raíces más bien en el pop español e italiano que se ha popularizado tanto en España como en nuestro país.

Si quitaran un poco la distorsión y los violines encontraríamos algo mucho más amigable que las influencias neoclásicas y blueseras que han nutrido a gran parte del metal en su historia, lo cual vuelve a Mägo de Oz casi irresistible.

En la sátira This Is Spinal Tap, uno de los miembros de la banda semi-ficticia dice en un punto de la película que «hay una delgada línea entre lo estúpido y lo inteligente». Dentro de lo subjetivo del arte, esta línea es real y pocos la caminan, borran y vuelven a trazar como Mägo de Oz.

Al final es una banda que ofrece un escape fantástico y divertido a sus fans, portando camisetas con sus portadas, sombreros de bruja o elaborados disfraces ad doc, quienes lo aprovechan coreando al unísono de canción a canción.