El sonido

En serio. Es un festival de música. ¿Tan difícil es proveer ese servicio? La gente pagó por escuchar bien, además de la experiencia. El sonido fue un tema en todos los escenarios. Los de Austin TV inclusive tuvieron que bajar del escenario a la mitad de su presentación. Pueden hacerlo mejor. Mucho mejor. Lo sabemos y lo saben. Échenle ganitas.


Se volvió a acabar el agua

El domingo por la tarde era imposible conseguir una botella de agua. Puro chesco y chela. Todo mal.


Los precios

Ni que fuera Coachella. El agua estaba a dos dólares también ($25), la chela a 70 pesotes (la doble) y la comida no bajaba de los 45 pesos. Si a eso le agregas el costo del boleto, y las horas de estancia en el lugar, tu gasto ascendía a los 500 pesos, mínimo.


La Cuca

Llegó el triste momento de admitir que ciertos grupos que en algún momento apreciamos han perdido vigencia. Esto pasa con la Cuca; aún cuando éxitos como La Balada y Cara de Pizza fueron aclamados, los gritos de Fors sonaron especialmente mal este año. Ojalá y le haya ido mejor con su ópera-rock de lo que le fue con la otrora legendaria Cuca. Leos


Cerraron el puente

Sí, nos referimos al puente que conecta el Palacio de los Deportes y el Foro. Además se las ingeniaron para que todos saliéramos por la misma puerta. Ya se imaginarán el caos. Y el tema del estacionamiento volvió a brillar. Llegó el punto en el que tenías que pagarle a los impunes viene-vienes cantidades ridículas para poder dejar tu automóvil en algún lado. Es increíble la falta de organización en ese asunto.


Las gigantografías en las gradas

Se agradece la intención, pero se veía muy chafa que sólo había tres tributos a actrices mexicanas de antaño. Tongolele, Ninón Sevilla y María Victoria necesitaban mucho más compañía, se veía muy pobre.


El Cuarteto de Nos

Tienen dos rolas buenas. Lo demás estuvo aburridísimo y sonó fatal. La neta.


¿Y los headliners?

Este año no hubo nombres grandes, no hubo Ceratis, no hubo Tacubas ni Caifanes (ya, neta ¿pa cuándo?). Los más grandes fueron bandas que tuvieron horarios no-estelares y los internacionales a quienes no pelaron mucho. Más bandas grandes para el Vive, sólo así logramos la expectativa de quedarnos hasta que nos amanezca.


La tierra

El escenario rojo fue el escenario de la tierra. Tenías que entrar con tapabocas y bueno, que ni se te ocurriera bailar. Pasó con Celso Piña (acompañado de Pato Machete), parecía que algo se quemaba. No, en realidad era puro polvo, que se tuvieron que soplar tanto asistentes como talentos. El escenario rojo era un Coachellita chafa.