Tiene 44 años, la barba larga y entrecana, la madurez en los rasgos y cuatro décadas en los hombros; eso, le vale un comino. Con gorra azul, sudadera gris, bermudas negras y tenis guindas, todo un “crimen” de la moda, Fred Durst salió al escenario del Pepsi Center a demostrar que Limp Bizkit tiene mucho que ofrecer aún, que tiene un arraigo importante en el público mexicano y que a pesar de los años, su sonido sigue siendo por demás vigente.

El Nu Metal sería poco y nada sin Limp Bizkit, porque propiamente es un género que bien se podría decir que alcanzó el boom gracias a esta banda, y que ello atravesó ya varias generaciones que en el concierto que brindó en la Ciudad de México, hicieron presencia al punto de casi abarrotar el recinto.

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Se puede catalogar a Durst de un tipo excéntrico, “valemadrista”, muy potente para interpretar, con capacidad lírica y hasta histriónica en su voz que se descubre si se le observa profundamente en el escenario, pero no por ello se puede olvidar al demasiado peculiar guitarrista Wes Borland, el tipo que nunca sale mostrando su cara color carne, sino la que él decide mostrarle al público creando un personaje a través de su maquillaje y vestimenta.

Borland, simplemente, se quedó en calzones en el escenario. Es preciso señalar que salió con una bata, tal vez por aquello del pudor, pero al paso de rolas como “Nookie”, “My Generation”, “Livin it up”, “Eat you alive”, “Take a Look Around” y por supuesto la icónica “Break Stuff”, misma que cerró el recital, el tipo terminó disfrutando del ambiente mexicano en ropa interior.

Una presentación de 90 minutos mostró la vigencia de Limp Bizkit, y corroboró que pese a los altibajos que ha tenido la banda durante los últimos años, ésta entendió que el éxito que logró en los albores de su trayectoria, sigue siendo lo que la mantiene viva, lo que la mantiene en el radar de jóvenes de ahora 30 años, que se enamoraron de Durst y Borland hace más de 15. Ahora, paulatinamente, el ciclo comienza a repetirse en la adolescencia del presente.

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A Durst le gusta “enardecer”, digamos, amigablemente al público. Si al chilango le gusta dar mentadas de madre, Fred supo darle al clavo y entre varios “Fuck you” gringos y “Ehhhhh puto” chilangos, fue una noche que ni la banda ni sus fans capitalinos olvidarán en mucho tiempo. Limp Bizkit y sus personajes, más vigentes que nunca.