Quienes se interesan por la música antigua, sin duda la han escuchado; quienes asisten a festivales donde se presentan propuestas alejadas del circuito mainstream, también. Jaramar Soto tiene una larga trayectoria, que incluye otras disiplinas, como la pintura y la danza, y es uno de los nombres indispensables de la música mexicana actual. Su nueva producción, Fiestas Privadas, será presentada este viernes en concierto en el Teatro de la Ciudad Esperanza Iris y platicamos con ella al respecto.


Cuéntanos de el proceso de grabación de Fiestas Privadas

Fiestas Privadas tuvo un proceso muy diferente al de mis discos anteriores porque es el primer disco que compuse de principio a fin. Ya en los dos discos anteriores habían unas cuantas canciones mías, pero todos los anteriores habían sido de música antigua transformada. De recreadora me convertí en creadora. El proceso fue largo. Como no había un punto de partida había que inventar un nuevo sonido. Primero estuve meses escribiendo, hasta que logré tener maquetas de las canciones, y las empecé a trabajar con mi equipo. La producción fue muy larga: comenzamos en enero, y en junio estábamos arreglando las últimas cosas. Esa fue la ventaja de trabajar en Estudios Intolerancia, y con Gerry Rosado, el productor: había la consigna de tardarnos el tiempo que fuera necesario, revisando, experimentando, buscando en el estudio todo lo que fuera necesario, para lograr un sonido nuevo. Grabamos por partes, porque mis músicos y yo vivimos en Guadalajara, entonces era ir y venir a cada rato. Es un disco que habla mucho de quién soy, de mi naturaleza, mi ser interno, es muy personal. Por eso se llama Fiestas Privadas, son mis fiestas personales, mi mundo.

¿Qué música escuchabas en este proceso, que pueda haber dejado huella en tu disco?

Eso fue importantísimo porque yo tenía la música en la cabeza, y explicarla a Gerry y a los músicos era muy difícil, entonces necesitaba referencias musicales. Es muy curioso porque a veces tienes en mente cómo suena una canción y al explicarlo a los músicos piensas “claro que lo van a entender”, pero no es así. Empecé a seleccionar muchísimas referencias, a veces hasta cuatro por canción. Tengo unos asesores cercanísimos, que son mi hijos (por cierto, uno es baterista en algunas canciones del álbum), que al escuchar las canciones me recomendaban música alternativa, como Calexico, Beirut, Massive Attack, Mastretta, y grupos extraños que no conocía como Birdy Nam Nam, Crippled Black Phoenix, Tiger Lillies. Mi punto de partida cuando empecé a hacer las canciones fueron ciertos tipos de canciones medievales.

Ya que escuchaste el disco terminado, ¿Quedó como esperabas?

Quedó mucho mejor. Cuando me empezaron a llegar las primeras mezclas me sentaba a oírlas y era muy emocionante porque había cosas que Gerry construía en el estudio. A veces, así en frío, me pedía que grabara cosas, y yo no sabía donde las iba a poner, entonces, hasta que lo escuchaba armado sabía cómo iba a quedar. Es súper emocionante porque vas descubriendo el potencial de tu música conforme vas avanzando. Hacer este disco ha sido de las experiencias más intensas. Al final de la experiencia ya no eres la misma que al principio. Descubrí cosas de mí misma, de mis capacidades.

Es muy difícil escoger, pero ¿cuáles dirías que son tus canciones favoritas del disco?

Sí, es muy difícil, porque están ahí porque realmente me gustan. Había dos o tres canciones más en el proceso, pero ya cuando armé maquetas y las enseñé, eran quince, y yo tenía la idea de que se iban a quedar trece. Al final todas entraron porque valían la pena, eran muy diferentes. En todo caso yo consideraba que “Manzanas de Sal” no podría entrar, pero fue de las más emocionantes del disco. Es una de mis favoritas porque me sorprendió tanto. “También está Echar el Ancla”, que se trata de que para poder llegar a una meta tienes que atreverte a zarpar. No puedes llegar a ningún lado si no te lanzas, y en ese camino debes realizar una serie de tareas imposibles. La letra es un texto medio absurdo, lúdico, que es una lista de tareas imposibles. “Lirios en tu Piel” fue de las primeras que hice. Tiene una letra que me dejó muy contenta.

A lo largo de tu carrera has cantado música medieval, ¿de dónde viene la fascinación por esa música?

Yo no me acerqué a la música con un ánimo académico. Mucha gente piensa eso. De alguna manera sí involucra eso, pero yo no soy musicóloga. Me acerqué a la música antigua por casualidad, hace muchos años porque me invitaron a cantar un repertorio de canciones españolas antiguas, y dije: “¡Qué maravilla!”. Esa música es bellísima y no se parece a nada de lo que he cantado antes. Me clavé en eso, pero yo oía otra música, entonces desde el inicio, a pesar de que si estuve como cantante en proyectos mucho más respetuosos del género, mi forma de abordar la música antigua no fue la tradicional. A pesar de que sí oía ciertos grupos que me fascinan, yo oía otro tipo de música. Me fascina Lori Anderson, Calexico, Björk… evidentemente, mi forma de abordar la música antigua va a estar cargada de esas otras referencias que tengo.

¿Cómo ves la industria musical en México?

Es un tema constante de conversación. Te hablaré de Discos Intolerancia, que es mi casa disquera, mi familia musical. Es una incógnita porque se habla mucho de que está en crisis, y sobre todo la industria del disco. Se habla mucho del negocio de la música, que era un concepto del que no se hablaba tanto hace veinte años, pero ahora se ha transformado tanto en los últimos años, y lo que era cierto hace dos, ahorita no lo es. Tienes que estar con toda certeza reinventándote y además no es como antes, que había una disquera, y era la que tenía las riendas del negocio, y los artistas no se involucraban tanto en la parte de mercado, o de difusión. Ahora sí, porque la música independiente es la que existe. Los proyectos creativos se están yendo por la línea independiente. Es el camino, porque la industria musical transnacional cada vez hace menos, y cada vez son más los artistas que están tomando las riendas de su propio trabajo. Es de más alto riesgo, pero lo hace más interesante.

¿Cuál crees que es el futuro del disco?

Yo creo que el disco no va a dejar de existir, lo que creo es que igual el formato se va a ir transformando, pero así como la gente quiere tener un libro de verdad en sus manos, igual quiere tener un disco, que pueden sacar y leer las letras, y los créditos, y ver el arte, el concepto. Además con la cuestión de los iPods, y ventas por internet, se ha desbaratado el concepto de un disco que concibes de principio a fin, y que tiene un hilo conductor. Yo creo que sí va a seguir existiendo y que lo que permanece es la música propositiva, la que marca caminos nuevos. Eso es lo que aspiramos a hacer. No estamos esperando hacer un producto mercadológico. Queremos que se venda, pero no que sea desechable.

Ahora que es muy fácil bajar cosas ilegalmente de internet, ¿crees que los músicos deben darle un valor añadido a sus discos, o que es una decisión que depende completamente del público?

Todo eso al mismo tiempo. Sí me parece que yo tengo que crear un objeto bello, con un arte muy atractivo que la gente quiera tener guardado en su mueble, o ponerlo encima de la mesa porque se ve bonito, pero mi música se mueve en todos los canales. En internet tengo descargas gratuitas, el disco está en iTunes, y en todos los portales de venta digital. La verdad, la piratería es algo contra lo que es absurdo e inútil luchar, y todo es válido, la música tiene que viajar. Pero la gente que va a mis conciertos, quiere que tengamos discos a la venta, espera siempre eso. El disco autografiado, eso no va a existir en internet.

…tampoco puedes llegar con tu copia pirata a que te la firmen…

Hay quien lo hace, pero es feo. Es muy desconcertante. En teatros, alguien que se forma en la fila de los autógrafos, con un disco que compró en la banqueta. Los primeros que los ven feo son los de la fila. La primera vez que me sucedió eso, en el Teatro de la Ciudad, llegó una chava con un disco que, yo no entendí lo que me estaba dando. Mi disco era digipack y ese no, pero fue tan rápido todo, que se lo firmé. La persona que estaba atrás sí dijo, “Qué bárbara, ¡cómo se forma y te trae un disco pirata!”, entonces capté en ese momento que lo que me había dado era un disco pirata que había comprado afuera.

Además de ser cantante eres artista plástica, ¿cómo combinas las dos cosas?

Son importantes. Yo en algún momento decía que para mí la música tiene colores, y tiene texturas. Es como si fueran pinturas sonoras. Están muy vinculadas: una cosa alimenta a la otra. De hecho, muchas veces describo la música con términos que son más bien pictóricos. Yo de chica hacía las dos cosas, y nunca quise tener que elegir. Siempre esperé poder hacer las dos cosas. La gran diferencia es que la pintura la hago sola, y la música en grupo. Entonces alimenta partes distintas de mí.

Ya has presentado tu trabajo en distintos países de Europa, ¿qué tan diferente es ese público comparado con el mexicano?

He viajado por el mundo. En diciembre del año pasado viajé a la India, y fue más extremo que ir a Europa porque es una cultura mucho más distinta. ¿Sabes qué no deja de sorprenderme del público europeo? Que es sorprendentemente abierto, está habituado a las propuestas nuevas. Era increíble que en giras, la gente compraba boleto para ver a alguien que nunca había escuchado, ni había visto en la tele, ni nada. Es gente dispuesta a escuchar cosas distintas. En México no hacemos eso, si no lo oímos en la radio, o no sabemos de qué se trata, difícilmente vamos a comprar un boleto. Otra cosa increíble era que yo estoy cantando en un idioma que no entienden, y de todas formas se paran, y aplauden de pie. El mejor público ha sido el de Alemania. La India fue muy emocionante. Su público es parecido al mexicano en cuanto a calidez y apertura. En el último concierto tuvimos a tres músicos tradicionales invitados tocando mi música y fue súper emocionante. Al final el público me abrazó my emocionado. Ahí compruebas una cosa: la música no tiene fronteras.

¿Cuáles son tus lugares chilangos favoritos?

La Plaza Río de Janeiro es de mis lugares favoritos. El parque México me gusta mucho. En Coyoacán, me gusta ir a la Siberia a tomar una nieve. me gusta caminar por el camellón de Horacio a ciertas horas de la tarde, porque la luz de la ciudad de México me gusta mucho. Soy muy de libros, la Librería Pegaso de la casa Lamm es de las más bellas de la ciudad, y la librería del Fondo de Cultura Económica. De restaurantes, me gusta Delirio.