No es
ningún secreto que la cumbia se ha convertido en uno de los ritmos latinos con
más eco. Suena desde Nueva York hasta Buenos Aires, y en todos los lugares
existen versiones locales que, mezcladas con electrónica, rebajadas o utilizando una variedad de instrumentos, son
siempre un madrazo para la pista de baile. Y ni se diga de los sonideros y su
nueva ola hipster, acá en el DF, atacando los barrios de siempre
o colándose en la fiesta de alguna premier del C.C.C. … por decir algo.

Una de
las razones de esta novísima ola cumbianchera tiene su epicentro en The Roots of Chicha, el disco que salió en
septiembre de 2007 y que le dio la vuelta al globo por medio de locutores o
DJs. Un ejercicio compilatorio de cumbia psicodélica peruana que se aventó uno
de esos incorregibles melómanos que van caminando por el mundo satisfaciendo su
apetito musical. El chico es Olivier Conan, un residente de Brooklyn que lleva
un bar que se llama Barbes. Y un sello, Barbes Records, que fue el encargado de
publicar tan afortunada placa.

La
música de The Roots of Chicha es la típica ensalada de cumbia con ritmos locales (huayno, champeta,
rumbas, etc.) que los amerindios generaron en ciudades como Arequipa y Lima en
la primer mitad del siglo pasado, justo después de que el ritmo (cumbia) se exportara desde Colombia.

La
diferencia está en la forma en que los temas, ejecutados por clásicos
como Los
Mirlos
y Juaneco y Su Combo, fueron adornados con guitarras surf y
sintetizadores fantasmagóricos. Todo en los 70s y 80s. Reinterpretando a
personajes como
Alberto Pacheco, José Barros
o Luis Enrique Martínez; compositores
sudamericanos de principio del siglo pasado.

Incluso
se sienten por ahí influencias como la rumba congolesa de Franco Luambo o
sincretismo pop de Os Mutantes, todo filtrado por la psicodélica
amazónica de
la ayahuasca o la selva.

Y la letra es de desmadre, como en la siguiente canción, que canta una chica que se oye o calientísima o puestísima, diciendo: Ay Juaneco, dame tu ayahuasca ssssss que riiiiiiico:

Canciones
como "Para Elisa (del mismísimo Ludiwg Van Beethoven)," reinterpretada por Los Destellos o "Linda Muñequita," de Las Hijas del Sol, son canciones que automáticamente
provocan. Ya
sea para levantarse a bailar o para tomarse el trago que afloja. También está ahí "La
Danza de Los Mirlos," conocida en
México como la "Cumbia de los Pajaritos," que ya es un clásico
atemporal. Esta es la original:

Personajes
de la radio como Marco Werman, que conduce ese famoso programa de la BBC
(en el
Reino Unido) y de la Public Radio International (en EU) llamado The
World
, lo
han colocado como una especie de patrimonio musical popular. La música
también ha generado,
evidentemente, los grupos actuales que intentan hacer los mismo pero
desde
Williamsburg.
Como Chicha Libre, que generan un sonido muy similar pero solo
con 2 percusionistas, guitarra y un electrovox, que es un acordeón con
piezas
de órgano adentro.

Sonido Amazónico, del conjunto Chicha Libre, desde NY:

https://www.youtube.com/watch?v=RJIfmcZyV6k

Y si de psicodélia se trata, en México también hay para todos. Desde Puebla, Arturo Vázques y sus Los Telez, por ejemplo. Formando parte del soundtrack de Sleep Dealer, la película futurista de Alex Rivera que fue premiada por el Sundance Film Festival en el 2008. La Cumbia Galáctica:

La
chicha, que es le nombre de un fermentado de maíz que se toma en la zona del
Amazonas, es un subgénero de la cumbia que resucitó, poniendo
bailar hasta el más tieso. Desde Brooklyn pasando por LA, hasta templos del
género como el Zizek, en Buenos Aires, la cumbia regresó con todo.