Y para terminar con el recuento de los daños, hay que extenderle a los patrocinadores la petición de no hacer cosas malas que parecen buenas. Cierta marca de chicles tuvo la fosforescente idea de repartir miles de glowsticks rosas y azules antes de la presentación de los Black Eyed Peas.

Ni tardos ni perezosos, los asistentes se dieron cuenta de que los glowsticks se veían bien bonitos volando por los aires. Y más bonito si se los aventaban a las bandas mientras éstas, después de horas de retraso, lograban salir por fin a tocar. Eso sí, no se discriminó: el ataque le tocó tanto a Fergie como a los pobres de Thievery Corporation, que se encontraban tan perdidos entre BEP y Pitbull como un turista en la Central de Abastos.