Hay cierto cliché en lo que muchas personas que no están versadas en el género piensan que este estilo de música representa en su totalidad: vestimentas negras, adoración al diablo, cadenas, cuero y música digna de una misa negra. Por supuesto, no todo el metal tiene estas características -sólo hay que considerar a Metallica, Pantera y Korn, por mencionar a tres bandas masivas que visten ropa simple y cuya música se preocupa de cosas mucho más terrenales-, pero hay un ícono del género que es eso y mucho más, una figura de culto que invoca imágenes de las más malditas, suficientes como para hacer que tus padres te prohiban escucharlo y regresarte al camino del Señor.

Kim Bendix Petersen salió de las entrañas del inframundo (más bien Hvidovre, Dinamarca) para convertirse en uno de los mejores vocalistas del metal y explotar todo lo que hace a esta subcultura fascinante y temida en la misma proporción. Desde muy temprano en su carrera tomó el nombre de King Diamond, un alter ego con el que cultivó una imagen satánica apoyada en su uso de maquillaje blanco y negro; camina por los escenarios adornado de cuero negro y cargando con él un micrófono sostenido por dos huesos en forma de cruz, los cuales se rumoraba pertenecieron a un humano.

El primer gran impacto que tuvo King Diamond fue con Mercyful Fate, logrando un sonido anclado en lo ya practicado por Judas Priest y Black Sabbath, con ocasionales tintes progresivos y góticos. Pero lo que separaba a Mercyful Fate de sus contemporáneos fue la voz de Diamond, que vacila entre un gruñido melódico y un falsete imposiblemente alto. Lograron inspirar a Metallica y Slayer, por mencionar a dos claros ejemplos, aunque después de dos álbumes dejaron de existir.

A mediados de los ochenta, King Diamond estableció su grupo solista con el cual llevó todo a un nuevo extremo. La mayoría de sus discos son conceptuales, desarrollando cuentos de terror al estilo de autores clásicos de la literatura de ese nicho como Edgar Allan Poe, H.P. Lovecraft y Henry James. Probablemente su obra más impresionante, donde se conjuntan tanto su visión lírica, sus arreglos vocales y la música pesada, fue su segundo disco, Abigail de 1987. Éste cuenta la historia de fantasmas y posesión situada en 1845 y que tiene un flashback a eventos macabros ocurridos en 1777. Actualmente interpreta el álbum de principio a fin.

Esta gira lo verá tocar en México por primera vez en su historia con esta banda. Ya había tocado en nuestro país en 1996 como parte de la reunión de Mercyful Fate en los 90s. En esa ocasión se presentaron en el Cine Ópera y aunque hubo fallas técnicas, fue toda una ocasión para los fans del metal en México.

Este 6 de mayo estará en el Palacio de los Deportes interpretando uno de sus discos más icónicos junto con Exodus -legendaria banda del thrash metal de cuyas filas salió Kirk Hammett para unirse a Metallica-. Veremos un espectáculo teatral oscuro que le pondría la piel de gallina a cualquier católico creyente, así como una gran sonrisa a quienes viven por los escalofríos, las canciones épicas y los grandes riffs de guitarra.