¿Qué se necesita para armar un buen concierto? Algunos dirán que un gran espectáculo de luces, con efectos visuales por todos lados, gente volando entre el público y humo, mucho humo.

Otros pensarán que la solución a esa pregunta es atascar el escenario de músicos e instrumentos tan raros como sus propios nombres. Y otros tantos opinarán que solo se necesitan cuatro virtuosos que saben cómo prender a la gente.

Esto fue lo que hizo Joe Satriani en el Metropólitan. Mostró por qué es considerado uno de los mejores guitarristas de la actualidad desde hace algunos años.

El telón se levantó a las ocho de la noche para dejar ver cómo poco a poco, se iba armando una orquesta al estilo gitano frente a la mirada, al principio entusiasta, de quienes se estaban acomodando en sus lugares. Se trataba de Líber Terán que, en aproximadamente media hora, se encargó de abrir la noche.

Al principio el público los recibió de buena forma e incluso aplaudió algunas de las canciones del Gitano Western, pero conforme pasaban los temas, se escuchaban chiflidos y gritos que pedían que subiera al escenario aquel por el que habían pagado un boleto. Y así fue que sin pena ni gloria, el interprete de temas como “La sombra” y “El jardín ideal” salió para dejar en oscuridad el teatro por un rato más.

El reloj indicaba que faltaban unos minutos para las 21:00 cuando los dedos casi mágicos del oriundo de Nueva York, hicieron sonar su guitarra al ritmo de “Jump In”, lo que provocó los gritos y ovaciones de los rockeros de todas las edades que se mantuvieron de pie de principio a fin.

No fue hasta después de “Flying in a blue dream” que Satriani se acercó al micrófono y saludó, agradeciendo a los presentes.

A pesar de que la escenografía constaba de únicamente una pantalla en el fondo, fue suficiente para expresar todo lo que nota a nota salía de la guitarra de Satch, quien interactuó con sus músicos hasta el punto de lograr un muy sabroso diálogo con Mike Kenneally, quien lo acompañó tocando segunda guitarra en un par de canciones.

Después de argumentar que le encanta estar en la Ciudad de México a pesar de la altura, continuó interpretando temas de su nuevo álbum “Unstoppable Momentum”, intercalándolas con sus más conocidas y haciendo del concierto un viaje por el tiempo; viaje que hizo escala cuando el baterista se adueñó de la atención interpretando un poderoso y rítmico solo que hizo agitar la cabeza a más de uno y aumentó la euforia que de por sí ya se vivía en esos momentos. Un gran preludio para “Time Machine”.

A lo largo de poco más de hora y media, el multiinstrumentista mostró su versatilidad surfeando por diferentes estilos, tocando la famosísima guitarra de aire en canciones como “Lies and thruths” y “Satch boogie”.“Always with you, always with me” emocionóa punto de la lágrima.

Tras sonar los últimos acordes de “Surfing with the alien”, la banda se juntó en medio del escenario para agradecer por la noche que Satriani describió como “genial”. Y cuando algunos de los presentes se estaban acercando a la salida, volvieron a tomar sus instrumentos para tocar “Crownd chant”, que fue coreada por los que aún no salían.

Summer song” fue la canción que cerró la noche en la que, el compositor de nula cabellera y lente oscuro, dejó más que satisfechas a las diferentes generaciones que no llenaron el Teatro Metropólitan.