Los años dos mil no se podrían entender sin la escena neoyorquina. Artistas como The National, Yeah Yeah Yeahs o The Strokes se han transformado en infaltables en los iPods de los chavos de onda. Con el revival del post-punk —aquel género que pusieron en lo más alto bandas como Joy Division, The Psychedelic Furs o Echo & The Bunnyme— una banda formada en 1998 escalaría hasta lo más alto, tanto en reconocimiento crítico, como reconocimiento de los fans: Interpol.

Turn On The Bright Lights es un discazo. Medios especializados como NME o (hasta) Pitchfork lo posicionaron como uno de los más chidos del 2002, y con razón, Interpol pintaba para grandes cosas. Pero las dudas nacían como con cualquier banda que con su primer trabajo es un trancazo, ¿podrían superar lo hecho, o, siquiera, ser constantes?

El tiempo demostró que sí, que Interpol no era llamarada de petate y con sus siguientes elepés mantuvieron la calidad. Y si el mundo te ama, México te amará aún más, Interpol es de los consentidazos de la paisanada. Hace algunas semanas, de repente empezamos a escuchar de El Pintor, uno de los anagramas más chingones de la música. Así se llamará el nuevo disco de Interpol y, para ir calentando motores, nos entregan “All The Rage Back Home” y vaya que funciona como aperitivo, ya queremos más de los protegidos de la ciudad de los rascacielos.