El Rey estaba cantando «Love me tender» mientras repartía besos a sus fanáticas. Georgina estaba un poco alejada del escenario cuando sucedió: la mirada de Elvis Presley se cruzó con la suya. Entonces todo ocurrió en cámara lenta. El Rey torció su sonrisa, se quitó la mascada y la arrojó hacia el público. Georgina estiró los brazos, la alcanzó y la tuvo atenazada hasta que terminó el concierto. El viaje había valido la pena.

Georgina R. Trejo tenía 20 años cuando viajó sola a Las Vegas. Su único propósito era asistir tres noches seguidas al show de Elvis Presley en el hotel Hilton. Le costó años ahorrar para el costo del avión y el hospedaje. Era 1973 y Elvis Presley aún era delgado, y había comenzado a vestir esos trajes blancos, diseñados por el sastre de Frank Sinatra, que lo hacían parecer un superhéroe.

Graceland-Elvis-Fans

Foto: Forever for Elvis fan club México

La primera noche sólo pudo ver una de las dos presentaciones que el Rey hacía a diario. El segundo y el tercer día no se perdió ninguna. En aquel tiempo, Elvis vivía en una suite de 465 metros cuadrados en lo más alto del Hilton y bajaba cada noche al auditorio del hotel a dar su show. Su representante, el Coronel Tom Parker, tenía deudas de juego con el casino del Hilton, por eso Elvis debía presentarse ahí cada noche.

Al cuarto día de su viaje, Georgina quiso prolongar su estancia dos noches más, pero el Hilton estaba repleto. No había manera de asignarle un cuarto porque tenían reservaciones de todas partes del mundo. Fanática, Georgina cambió su vuelo de regreso a México y se hospedó en el Hotel Riviera, a 600 metros de su cita con Elvis. Por las mañanas caminaba hasta el Hilton, hacía fila para reservar su entrada a los shows de esa noche y regresaba al hotel a comer, bañarse y cambiarse de ropa. Así pudo ver dos noches más al Rey.

Hoy, Georgina R. Trejo es la presidente del club de fans Forever For Elvis México, que fundó sólo un año después de aquel viaje a Las Vegas. Nació en Pachuca y se crió en Ixmiquilpan. Su primer contacto con El Rey fue la radio, en su infancia. Por las tardes se sentaba en la sala de su casa, escuchaba Radio 620 con su familia y esperaba a que sonara alguna canción de Presley. Pero esa voz que la paralizaba cada vez que la escuchaba, no tenía rostro. Cuando Georgina tenía 12 años, su familia se mudó a la Ciudad de México. Un día, caminando por la ciudad, se topó con un retrato de Elvis Presley en un puesto de revistas. Miró las facciones, el cabello, los ojos azules: quedó prendada de por vida.

«A partir del momento en que asocié la imagen de Elvis con su voz nuestra relación ha sido constante», cuenta Georgina, que en este momento se encuentra en Memphis, participando en el Elvis Week 2017, un festival donde se reúnen los fans del Rey para recordarlo por medio de charlas, conferencias, conciertos. «Elvis siempre tiene una canción para mí, para ayudarme a pasar los momentos malos y alegrarme aún más los buenos».

Lo que siguió fue el fanatismo. Georgina viajaba a Puebla o a Hidalgo para mirar las películas de Elvis, porque el entonces regente, Ernesto P. Uruchurtu, las había prohibido en la capital. Recortaba artículos y fotografías de periódicos y revistas. Aprendía inglés para emular el acento sureño del Rey. Discutía con sus amigas de secundaria porque ella prefería a Elvis antes que a los Beatles. Elvis lo era todo. Elvis era el Rey y había que rendirle pleitesía.

El Rey ha muerto, viva Elvis

De acuerdo con las memorias de Ginger Alden, la última mujer con que Elvis Presley compartió su vida, el Rey murió en la taza del baño. Murió leyendo un libro de tintes pornográficos, un día antes de comenzar su nueva gira. Tanto la escena en que fue encontrado la mañana del 16 de agosto de 1977, como la causa de su muerte, aún son brumosas y han ayudado a sellar el mito del Rey. Aún no queda claro si fue un ataque cardíaco o los severos problemas intestinales que acarreaba hacía años… o una sobredosis propiciada por su descuidado doctor de cabecera, George Nichopoulos, que le prescribía drogas sin chistar.

Las ciudades en las que Elvis es más popular son: Santiago, Sao Paolo y la CDMX.

Foto: FB Oficial Elvis Presley

Su divorcio de Priscila Presley y estar rodeado de personas que vivían a costa de su fama lo desgastaron emocionalmente. También estaba molido por dentro: hígado graso, hipertensión, glaucoma. El de esos últimos años fue el Elvis Presley que quedó grabado en la memoria colectiva, el de copete alto, traje blanco adornado con pedrería, lentes de armazón grueso y dorado, al que se le notaban el sobrepeso y el cansancio. Esa imagen es definitiva y es la misma que han explotado sus imitadores durante cuatro décadas en sus shows de Las Vegas.

A Georgina la muerte de Elvis la sorprendió trabajando. Era martes 16 de agosto de 1977 y ella era reportera de la revista Activa. Lo primero que sintió fue la necesidad de volar hacia Memphis para estar en los funerales. Con esa urgencia entró a la oficina de Guillermo Ochoa, el director de la revista, le dijo que Elvis había fallecido y pidió tres días para asistir al funeral. Pero, debido a la demanda de vuelos, le fue imposible llegar a tiempo.

Fue hasta enero de 1978 que pisó por primera vez Memphis, la tierra de el Rey; quería llevar flores hasta Graceland y mostrarle en el que habría sido su cumpleaños 43. Algo lo impidió de nuevo: una nevada la mantuvo recluida en su hotel. Por fin, en 1979, Georgina llegó a la puerta de Graceland, dejó un ramo de flores e hizo una oración para despedirse de su ídolo.