En 1785, Antoine de Lavoisier concluyó que la materia no se crea ni se destruye, sólo se transforma, y a 26 años de la caída del muro de Berlín necesito decir que este principio también se aplica a la locura. Trataré de explicarme:

Los registros ortodoxos, ésos que no saben de conspiraciones, indican que el 30 de abril de 1945 se suicidó uno de los dementes más crueles que haya respirado en esta tierra, se llamaba Adolf, se apellidaba Hitler, usaba un ridículo bigote y mucho se ha contado de su negra historia. Se dice también que unos días después, el 7 de mayo para precisar, el general Alfred Jodl firmó la rendición incondicional de Alemania, cediendo el poder de su territorio a los ganadores de la Segunda Guerra Mundial. Con la velocidad de la avaricia, líderes estadounidenses, rusos, ingleses y franceses se repartieron el botín y la locura comenzó su transformación.

Los restos de Berlín, esa majestuosa ciudad que Hitler erigió como centro de su imperio, fueron divididos entre comunistas y capitalistas. Stalin, otro redentor deschavetado, instaló un sistema rígido como el ruso en el pedazo que le tocó, ese que daba al este y quedaba más cerca de sus tierras. Así que por instinto miles de alemanes cruzaron la frontera imaginaria que los separaba de las libertades cotidianas del libre comercio. Osadía imperdonable que potenció la locura.

El éxodo llegó a extremos intolerables para Stalin, quien no entendía por qué esos necios alemanes no se dejaban salvar por él y sus ideales, así que inspirado por la ofensa y su desequilibrio, decidió materializar las fronteras imaginarias y la noche del 13 de agosto de 1961 mandó levantar el llamado muro de la vergüenza, el muro de la locura, el muro de Berlín…

Afortunadamente la materia del arte es de combustión tan eficaz como la demencia y responde rápidamente a los estímulos que le rodean. En 1951, nació la Berliner Festspiele, una organización con apoyo estatal dedicada a la promoción de la cultura, y en 1964, apenas tres años después de la locura transformada en muro, dieron luz a la primera edición de uno de los festivales de jazz más longevos y saludables del mundo, el de Berlín, que desde entonces y de forma ininterrumpida ha cumplido con 50 ediciones de música, la mitad de ellas con un muro que fue atravesado por las notas de Count Basie, Dave Brubeck, Gary Burton, Don Cherry, Ornette Coleman, Miles Davis, Roberta Flack, Gerry Mulligan…

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50 años después la tradición de vanguardia continua en Berlín. Medio siglo de su festival de jazz y 25 años de la caída del muro, en 2014 ha nacido un nuevo crisol musical que dirige sus oídos hacia el futuro, el XJAZZ, das neue festival für Berlin. Del 8 al 10 de mayo de este año hubo 46 conciertos que demostraron la vitalidad sonora de la ciudad, terremoto que tendrá réplica la segunda semana de mayo de 2015.

El nuevo jazz de Berlín no conoce la rigidez e ignora las reglas impuestas por la tradición de un género con más de 100 años de vida. Las paredes cayeron pero las divisiones siguen, en la Alemania que da al este las tasas de desempleo son mayores y los salarios menores que en la cara que da a occidente. La locura se sigue transformando y en respuesta viene la combustión del arte. Tres ejemplos de lo que sucedió este año en el XJAZZ, das neue festival für Berlin:

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Melt (Foto: Facebook oficial: Melt Trio)

Melt Trio

Guitarra, bajo y batería; virtuosismo e improvisación; demasiado rock para un trío de jazz, libertad en exceso para un ejercicio de fusión y atmósferas que rebasan a cualquiera de los géneros y estilos convencionales. El Melt Trio nació en Berlín producto de la relación simbiótica entre los hermanos Peter y Bernhard Meyer, guitarrista y bajista, quienes en complicidad con el baterista Moritz Baumgärtner grabaron su disco debut en 2011. Pero la gran sorpresa vino dos años después, a finales de 2013, con la edición de Hymnolia, una obra cargada de interpretaciones deslumbrantes, riesgos armónicos y progresiones tan libres como un 9 de noviembre en Alemania del este. De popularidad nula en nuestro país, gracias a la digitalización global de la música pueden comprar esta joya del nuevo jazz en la tienda de iTunes México por 120 pesos.