En una perfecta simbiosis, los profesionales de la reventa aprovechan la histeria colectiva para hacer de Rocktubre, su agosto.

Probablemente ya hayas recurrido al revendedor más famoso de esta ciudad, y entonces sepas por qué el mote de «El oso de la Guerrero»: un hombre alto y robusto (1.85), voz aguardentosa y un ojo dañado, cual criatura silvestre que ha tenido que luchar por su vida.

Marco Antonio González García a.k.a. «El oso de la Guerrero» lleva más de 15 años de andar en el «bizne», (lo recuerdo en 1999 afuera del Metropólitan para el Revés de Café Tacvba).

Marco Antonio González García a.k.a. «El oso de la Guerrero» lleva más de 15 años de andar en el «bizne», (lo recuerdo en 1999 afuera del Metropólitan para el Revés de Café Tacvba). Es ubicuo en la agenda del entretenimiento chilanga y revende para lo que se ofrezca, sea el Vive Grupero o los Friendly Fires: él mismo se jacta (en su Twitter, @osodelaguerrero) de haber revendido para la boda de Lucerito y la misa del Papa Juan Pablo II en el Azteca.

¿Mencioné Twitter? El Oso sabe ganarse a su público al usar sus propios medios y lenguaje: «(Soy) el revendedor más chingón e innovador de México, información siempre para los cuates y descuentos»; en plan redentor: «No soy santo, pero conseguiré boletos de Roger Waters para mis twitteros»; o francamente rockstar: «Hoy hablaron de mí en Reactor […] son mis fans».

Somos una sociedad que celebra a sus antihéroes y que eleva al status de celebridad a los desfachatados que operan bajo sus propias reglas: desde Pancho Villa hasta Juanito, pasando por Cantinflas, «El Cuau», o Malverde.

Bajo el marco de Rocktubre, me parece apropiado considerar al «Oso de la Guerrero», para ingresar al salón de la infamia de este país.

Disclaimer:

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