Dentro de todo el pop plástico que invade nuestros oídos, escuchar la balada folk-acústica de Ed Sheeran ayer fue como una bocanada de aire fresco que dejó satisfechos a los 20 mil asistentes que llenaron el Palacio de los Deportes.

Puntualito como buen británico que es, Sheeran apareció a las nueve de la noche sobre el escenario. Desde el inicio los gritos de asistentes —en su mayoría teens sobre extasiadas— consiguieron dibujar una sonrisa de emoción en el rostro del pelirrojo cantante que arrancó con “Castle on the hill”.

El talento de Sheeran es innegable. Sólo llevaba su carisma, su guitarra acústica —que se cambió en una ocasión por eléctrica—, una playera negra con la palabra Hoax (Farsa) inscrita, jeans azules y tenis. No hubo un súper show, ni visuales impresionantes, cambio de vestuarios, coreografías complicadas; nada de eso. Lo único a lo que recurrió varias veces fue el sing along y a pedirle a las personas el típico: “Put your hands in the air”.

Esa guitarra y su melodiosa voz, más que suficientes para demostrar que logra producir lo mismo que Justin Bieber o en alguna época One Direction sobre las adolescentes: puro éxtasis. El cual era evidente cada vez que volteabas a los lados y veías a las fans llorando, exclamando “Ed, te amo. Cásate conmigo” o exhibiendo ese talento especial que tienen las teenagers que es desgarrar la garganta entre rola y rola, para después volver a cantar a todo pulmón como si nada.

Sin duda conmovido y agradecido —en varias ocasiones hizo reverencias— por la respuesta del público chilango, el también compositor dedicó algunas palabras para la gente: «Esta es mi primera vez en México. Ha sido una ciudad maravillosa. Y hoy voy a cantar algunas canciones: si no las conocen, quiero que hagan como si sí lo hicieran».

Esta última parte de su frase tiene especial significado, porque sin exagerar, la gente sí se sabía todas las canciones. O al menos como un 80% de los asistentes lo hacían. Así se vio con “The A Team”, “Dive”, “Bloodstream”o “Happier”.

Un momento dedicado a los mexicanos fue cuando Ed cambió la letra de su tema “Barcelona”. Ahora con referencias a nuestro país como “Drinking tequila, mamacita, rica” o “We’re dancing in the street in Mexico, Mexico”.

Casi al final llegó uno de los instantes más esperados con la balada “Photograph” —donde quienes iban en pareja aprovecharon para darse atascones de besos apasionados-, seguida de “Perfect” y el momento en que cambió su guitarra acústica por una eléctrica sin sufrir consecuencias a la Bob Dylan e interpretó uno de sus mayores éxitos “Thinking out loud” para después regresar a la guitarra acústica, advertir que su siguiente rola sería la última de la noche y por eso debían cantarla “dando todo”. Se trataba de la canción donde colaboró con Pharrell Williams y la cual lo lanzó al éxito comercial “Sing”.

A las 10:20 se bajó de escenario, pero no pasaron ni cinco minutos para que los gritos de la gente lo hiciera regresar y al fin brindarles la interpretación de “Shape of you” y luego porque extranjero que se respete se pone la playera de la selección mexicana cuando nos visita, Sheeran hizo lo propio ante los gritos emocionados de sus fans.

También puntual para terminar, justo a las 10:30 se acabó el concierto. Fue un concierto que demostró que los chavitos también disfrutan a alguien con talento real y que no encaja en la típica imagen del ídolo juvenil.

Lo único malo fue el final: una torrencial fue la bienvenida a la realidad, que de plano hizo que se te olvidara todo el romanticismo vivido en el Palacio. No todo puede ser perfecto.