La pasada noche del viernes, el Teatro Metropólitan se convirtió una vez más en la sede de una gran reunión entre División Minúscula y sus fans. A pesar de la lluvia y el tráfico típico de viernes, el recinto lució llenó.

La noche musical comenzó con Flip Tamez, guitarrista de Jumbo, y su banda. Aun con toda la experiencia del mundo, el regio no logró causar gran sensación en el público presente y, después de tocar canciones como “Más de lo mismo”, “Más rapido” y “Corriendo”, dejó el escenario sin pena ni gloria.

Los minutos fueron pasando, el público siguió llegando y colocándose en su lugar, hasta que, cerca de las 9:30, División Minúscula apareció en el escenario que ya ostentaba una austera decoración consistente de una gran manta con texturas de ladrillos y la palabra “División” en ella.

Después de un largo intro, “S.O.S.” dio inicio y con ello las miles de gargantes presentes comenzaron a cantar. “Revienta” y “Sed” continuaron la primera tercia de canciones antes de que Javier Blake, el vocalista, saludará al público.

El concierto se dividió en dos partes, separadas por un set acústico. La primera, tuvo canciones enérgicas y éxitos no tan grandes como “Control”, “Nuestro crimen” o la nostálgica “Cada martes”, además de las ya mencionadas. Este primer bloque concluyó con “Extrañanado casa”, el tema que abre su disco debút lanzado hace ya 14 años.

Después de unos minutos, el set acústico comenzó con “Prestame tu piel”, continuó con las clásicas “Cansado de pedir perdón” y “Cursi”, sobre la cual Javi dijo que en esa versión sonaba aún más cursi. Este set terminó finalmente con “Casa de cristal”, de su más reciente disco.

La segunda parte comenzó con el que es probablemente el más grande éxito de la banda, es decir, “Sognare”, aunque con una versión diferente, semi acústica que exploto con la estridencia después del puente.

Este bloque continuó con éxito más grandes como “Humanos como tú”, “Tan fuerte, tan frágil”, la emotiva “Las luces de esta ciudad” y finalmente “Sismo”, con la que se despidieron.

Después de un descanso, la banda regresó para tocar “Altamar” y finalmente irse con el nuevo himno de la banda y sus fans “Voces”.

Al ritmo de “somos las voces que nunca se callan, somos el fuego que nunca se apaga y hoy, cantaremos mientras arde la ciudad”, los presentes recordamos esa emoción y de alguna manera esa juventud que bandas como División mantienen presente. Al coro de “somos el sueño de ese verano, somos el eterno recuento de daños”, disfrutamos uno de los últimos conciertos del verano de este año y comprendimos que siempre hay cosas por hacer sin importar qué. Una gran noche de División Minúscula que sigue demostrando que aunque pasen los años, estarán vigentes y bastante solidos dentro de sus fans.

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