Tan lejos, tan cerca. Fueron dos angustiosas horas en las inmediaciones del Hipódromo de las Américas, en la lateral del Periférico, en Av. Industria Militar. Ante la ausencia total de estacionamientos, elementos de Tránsito (los que habían estaban levantando multas a los desesperados que dejaron su coche en la calle) y criterio para ordenar los miles de automóviles cuyos conductores se perdían el concierto, nada se podía hacer. Sólo esperar y escuchar resignados a lo lejos las canciones que los tacubos comenzaron a interpretar a partir de las 21:30 horas. Antes, fueron los Ezquizitos, los encargados de preparar con garage y surf el escenario para los de Satélite. Ni modo, será pa' la próxima.

Entramos -POR FIN- al estacionamiento, corrimos, escuchamos "Déjate Caer" a lo lejos y por suerte llegamos a comprar una cerveza de setenta varos para -mas o menos- ver el bailecito. Vaya tristeza, enterarnos que Rubén y compañía le hicieron un cover a Gustavo Cerati. "Juegos de Seducción" fue interpretada justo antes de que llegáramos. Todo por la mala organización en la entrada del evento. Ya estando ahí, esos cuatro saben cambiarlo todo, a pesar del sonido, que se lo llevaba el aire.

Después encontramos un buen "spot", justo detrás de las repetidoras de las audio, se escuchaba y se veía bien. Ellos hacían bien su chamba, tocaron su set "folklórico" con "Las Flores", "María" , "Ojalá Que Llueva Café", "Esa Noche" y otras previas a su época de madurez. Tenían al foro completo enloquecido, en medio de edificios corporativos y un panorama jamás antes visto por los amantes de la música en el DF. Todo pintaba increíble, pero los relámpagos en el cielo predecían lo inevitable.

Se fueron a descansar un par de minutos para regresar con una de sus obras maestras. "Encantamiento Inútil" del Cuatro Caminos sonó espectacular, para seguir con la vibra, "El Espacio". Nos tenían en trance. Luego, invocaron a Tláloc con "Agua" y después "Eres". Pareció que estuvo orquestado, justo en el momento en el que Meme cantaba el segundo coro, una lluvia torrencial cayó sobre el Hipódromo. El público enloquecido, gritábamos, brincábamos. La lluvia no iba a ser un impedimento... ¿o sí?

Desaparecieron del escenario unos cinco minutos, parecía que no regresaban. Ante los gritos de "Puto el que se vaya", los fans más clavados intentaban rescatar el ánimo. Era el diluvio personificado. Y varios emprendieron el éxodo a casa. "Chilanga Banda" sonó, pero sólo en las bocinas de adelante. Ya éramos una sopa, una muchedumbre ensopada. Ya ni se escuchaba bien, pero brincamos charcos, bailamos. Luego "La Ingrata", para combatir la pulmonía inminente.

Ya no tenía caso. No se escuchaban bien. Nos fuimos con el popurrí (¿no odian esa palabra?) de "La Chica Banda" y "El Ciclón", cantando de camino al estacionamiento. A lo lejos sonaban "Las Persianas", interpretadas ante un público que cada vez se hacía menos. Pinche lluvia.

El regreso a casa fue casi tan tortuoso como la llegada al lugar. Caos en el estacionamiento, caos húmedo e innecesario. Al final, con dolor de garganta y un frío considerable, nos fuimos con una sonrisa. Café Tacuba es la banda más grande de México, y llueve, truene o relampaguee, lo saben hacer como nadie.

Ahí les cuento como amanecí al día siguiente.