En una de las coincidencias más extrañas e inexplicables de la vida -de esas que le ponen a uno la piel chinita- hoy no sólo murió el cantautor más prolífico en la historia de la música en español, sino que también terminó la excelente serie sobre su vida: “Hasta que te conocí” en TV Azteca.
El final de “Hasta que te conocí” ya lo había visto en TNT, pero hoy el sabor fue muy distinto: si antes lo sentí apresurado para una serie que realmente levantó la barra -como dicen los gringos- sobre el nivel de producción al que estamos acostumbrados en TV nacional, hoy se convirtió en un homenaje postmortem que se quedó corto para lo que Divo del Juárez merecía.
La serie producida por Disney, y estelarizada magistralmente por Dolores Heredia y el colombiano Julián Román en el papel central, se centró tanto en los primeros años de la vida de Alberto Aguilera que en el último capítulo nos vamos en flashazos de “Querida” a su maratónica intervención en “Mala Noche, No” con Verónica Castro, y terminamos en su concierto en Bellas Artes en 1990.
Ya no sabemos nada de él después de eso ni lo que pasó entre esos años; los escritores dan por sentado que es por demás sabido que se convirtió en el cantautor más importante de Latinoamérica, que Rocío Dúrcal, Lucha Villa, Daniela Romo, y tantas musas más hicieron sus canciones himnos de la radio, y se quedaron en la memoria colectiva.
Evidentemente no nos iban a poner sus escándalos, su paso por la cárcel, sus romances con jovencitos, ni su caída. Eso no era importante verlo, pero sí faltó ver cómo se convirtió en el divo más grande que ha habido en Latinoamérica, faltó recordarle al público joven que Juan Gabriel es la única persona hispana, además del Papa, capaz de romper barreras sociales, fronteras y preferencias sexuales. El único ídolo homosexual que en toda borrachera, en todo grupo de edades, es parte de nuestra vida. El único tan importante en los países en vías de desarrollo como un balón de futbol. No hay ni habrá otro Juanga.
“Hasta que te conocí” fue una serie fuera de serie, valga el pleonasmo, cuyo único error fue su final apresurado, casi sacado de la manga que se siente que se hizo porque se acabó el presupuesto, y que pudo haber sido contado en tres episodios más por lo menos.
Pero no es queja realmente, es sólo esa sed de querer saber más del cantautor más valioso de habla hispana, de haber podido gozar con él sus triunfos que en la serie casi no fueron vistos, de conocer a Juanga más a fondo. Nada más. La primera vez que vi el final no lloré, esta vez sí, no lo pude evitar, y quedan ganas de una segunda temporada con todos estos capítulos que faltaron por contar.
Por lo pronto, un aplauso de pie a Disney por esta magna serie que le da infinidad de cachetadas a Televisa y le dice a las televisoras mexicanas cómo se debe producir con calidad. Bien por TNT, TV Azteca y Telemundo por apostar por esta serie. Felicidades nuevamente a Dolores y a Julián por su gran desempeño, Emmys para ellos por favor.
Y Juanga… fue un placer conocerte… 🙁