18 de febrero 2015

25 canciones para seguir alabando a Freddie Mercury

Por: Colaborador

La canción definitiva del rock se llama “Bohemian Rhapsody”. En sus listas de favoritos podrán estar los Beatles, los Stones, Zeppelin, Nirvana, Radiohead, Oasis, The Smiths o The Velvet Underground, pero lo cierto es que Queen hizo LA canción. Cada estructura es una perfecta secuencia. Primero la balada, con Brian May luciendo en el solo, después la sección operística —todo un atrevimiento para la época— y para terminar, el rock pesado, el que te vuelve loco. La voz. La presencia. El porte de Freddie Mercury luce en los videos que hay de sus presentaciones en vivo, te eriza la piel.

Farrokh Bulsara nació en el territorio hoy conocido como Tanzania. Por las políticas de la época, aún formaba parte del Reino Unido, por lo que siempre fue británico, la realeza estaba presente en su naturaleza. Su infancia la pasó en la India, en donde fue su primer encuentro con la música y, particularmente, con el piano, su eterno compañero musical. Alguno de sus amigos asegura que tenía una tremenda habilidad para tocar enseguida lo que había escuchado en la radio, y quién soy yo para cuestionar tal afirmación. Después de regresar a Zanzíbar, comenzar a llamarse a sí mismo “Freddie” y —como casi todos los músicos en formación—formar una banda adolescente tuvo que salir del país por una revolución y fue a parar a Inglaterra. ¿Qué habría pasado si las revueltas nunca hubieran ocurrido, habríamos tenido a la Reina?

Los cuestionamientos valen de poco. Freddie llegaría a Inglaterra para convertirse en leyenda. Con Mercury como apellido y junto a Brian May, John Deacon y Roger Taylor formaría Queen, la banda que encumbraría la música de los 70 en una extraña fusión de teatralidad, ópera, rock progresivo, heavy metal y rock clásico.

El mejor frontman de la historia, poseedor de una voz privilegiada y un talento compositivo innegable, cumple hoy 25 años desde la última vez que fue visto en público. Queen recibía el Brit Award por su contribución a la música y Mercury —enfundado en un traje azul claro, sin su característico bigote, y sumamente delgado— aparecería junto a sus compañeros de banda para recibir el galardón y pronunciaría solamente “Thank you, good night”. Y así se acabaría la historia. El último adiós de un ídolo al público fue efímero, quizá inesperado, pero lo que dejó es más que suficiente para seguir recordándolo por mucho, mucho tiempo y seguramente, en donde se encuentre, sigue plácidamente sentado en su trono.