Es “la oda” al lenguaje cotidiano del capitalino. Admitámoslo, todos, en algún momento, hemos usado alguna –si no es que todas– las palabras que aparecen en la canción, aún si fueras el mayor literato de la ciudad. Definitivamente, esta composición ya es de culto chilango. La letra, la música, la voz de Rubén Albarrán, el sentido de la canción, un gran ejemplo puesto por Jaime López del típico chilango con el que nos topamos en cualquier esquina.

Estrofa memorable:

Pachuco cholos y chundos,
chichinflas y malafachas,
acá los chompiras rifan
y bailan tibiri, tabara.