Bueno, primero vamos a romper algunos mitos: eso de que los mexicanos nos salimos de casa de los papás a los 18 años es algo que sólo se ve en la tele. Lo cierto es que la mayoría (alrededor del 51% según INEGI) se sale porque se van a casar y no porque quieran vivir solos.

Después de salir de la escuela, cuando comenzamos a trabajar, preferimos aportar un tiempo a la casa de los padres antes de salirnos; la situación económica del país no es la mejor y son muy pocos los que antes de los 25 años deciden “abandonar el nido” como dirían las abuelitas.

Por cierto: los chavos que viven en una mejor posición económica se tardan más en salir que aquellos que les falta lana.¿Más datos? la gente del campo se sale de su casa antes que la gente de la ciudad. Y de los que se salen, cerca del 35% regresan con los papás con el rabo entre las patas aunque después vuelvan a irse. Y se vuelve una opción más común tener roomies para llevar todos los gastos.

Si ya decidiste lanzarte a la aventura de vivir solo, te felicitamos. Pero ahí te van unos buenos consejos para que no te la pases comiendo frijoles y latas de atún (o tengas que pedirle prestado dinero a tu abuela para pagar la renta) ¡Viva la independencia!

1.- Es probable que vivas peor que antes… pero es tu vida

A menos que hayas conseguido un sueldo de ejecutivo de Nueva York, es probable que tengas que rentar en una colonia popular, un departamento de una recámara o vivas en un cuarto de azotea. Eso dista mucho de la casa de tus papás en donde tenías un cuarto limpio, una sala para recibir a tus cuates y un refri lleno ¿pero sabes qué? Es tu vida. No hay que deprimirse, ni te tortures pensando “allá estaba a todo dar y ahora tengo huacales para sentarme”. Poco a poco te harás de tus cosas y si te administras bien, podrás conseguir un lugar mejor.

2.- Organízate con los gastos

Hay muchas maneras de hacerlo: hay quien va metiendo su apartado en sobrecitos, quien lleva dos cuentas de banco o los que guardan la lana debajo del colchón (no lo recomendamos). Pero el dinero de la renta es intocable; el gas, luz e internet ni se diga, y ya habrá dinero para una chela. Nada de que “agarro este dinerito y lo repongo a final de mes” porque nunca lo haces. Lo decimos por experiencia propia.

3.- ¡Prioridades, prioridades!

Sabemos que te sales de casa de tus papás para vivir como quieres ¿pero es necesario comprar esa inútil lámpara de lava? Cuando vas al súper ¿necesitas ese aderezo que cuesta 250 pesos? Si te alcanza, adelante, pero lleva un cuaderno con tus prioridades. Otro buen tip: aparta una lana para imprevistos. Si te enfermas, se rompe la cañería o si tus cuates rompen el lavabo en una borrachera, necesitarás sacar de algún lado. Es mejor tener tu guardadito.

4.- ¡El orgullo de lavar las cazuelas!

Créenos: no hay ninguna cosa que de más orgullo que tener tu casa decente. Tomarte el tiempo de trapear, lavar los trastes o llevar tu ropa a la lavandería es como decir “¡mírenme! ¿no que no podía?”. No es necesario que tengas tu casa impecable, pero que no salgan cucarachas de abajo de la estufa, no la amueles. Plus: tu casa se convertirá en el centro de reunión, así que procura no dejar los calzones en la sala.

5.- Escoger roomie es peor que casarte

Si vas a compartir casa tienes que dejar las cosas súper claras desde el principio con un reglamento tipo Sheldon y Leonard: si quedaron en lavar cada quien sus trastes, no se vale que dejes el montón de platos durante una semana. Si decidieron llevar visitas, que las fiestas entre semana no interfieran con tu vida laboral. Si quedaron de irse a mitades con los gastos, no se vale que digas “¿me prestas para la renta este mes?”. La regla es que los compañeros de casa eventualmente se van a odiar ¡ja ja ja! pero mientras vivan juntos traten de llevarlo lo mejor posible.

6.- Prepárate para regresar al nido, pero lucha por no hacerlo

Si el 60% de los jóvenes de menos de 25 años regresan a casa de sus papás… es probable que te toque ser uno de ellos. Tampoco es el fin del mundo, pero probar la libertad te obligará a reunir fuerzas y volver a salirte; si te ves obligado no te deprimas ni pienses que eres un loser. Aunque todos repiten el mantra de “atrás ni para agarrar impulso” a veces está bien pedir algo de ayuda. Ahora que si tienes 40 años y sigues reuniendo fuerzas para salirte ya te estás pasando de tueste.

Vivir solo es toda una aventura y vale la pena hacerlo ¿Eres de los afortunados? ¿Qué le puedes recomendar a los chilangos que apenas lo van a hacer? ¡cuéntanos!

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