¿Qué son?
Únicos en México, el resto de Latinoamerica y algunos países árabes y africanos (o sea, en el tercer mundo). Se trata de vendedores, comerciantes y profesionistas de la vialidad. Puedes obtener desde una lavadita de cristales (tanto parabrisas como medallón) por un par de pesos, antojitos que van desde los clásicos cacahuates japoneses hasta el gaznate merengoso, cigarrillos, chicles y paletas.

¿Por qué se agradece?
Avistar a los vendedores es señal de que vas a estar ahí un buen rato. Mejor, con el calorón que caracteriza las congestionadas avenidas de nuestra ciudad, pasarla con un chesco bien frío (de los que venden en cubetas), un tabaco (ojo, que casi siempre son piratas) y hasta un juguetito pa’ que los chamacos se entretengan.

En el caso de los limpiaparabrisas, siempre es bueno tener a alguien a la mano que te limpie el mugrero que no te deja ver bien.

Posibles escenarios fallidos
Cuando los necesitas, nunca están.
Los limpiaparabrisas no entienden el no, y no traes varo. Te limpian los vidrios y cuando no les das nada te ven con los ojos de la muerte.
Se te antojó una alegría y estaba podrida. Ni cómo hacerle con la PROFECO o las autoridades.