Nos la rifamos

Último viaje en metro. En alguna estación, Carlos se
despide. Lo recordaré por su frase: «Un chilango nunca abandona a su patria en
temporadas bajas; en invierno y Semana Santa, nos la rifamos».

Bajamos en Chapultepec para agarrar un taxi, mi avión está
cerca de partir. Pero todos están ocupados, o vacíos, pero el chofer hace el
"no" con un dedo. Aníbal mienta madres entre el tráfico parado. Yo podría
perder el vuelo. En eso, el chilango neurótico cierra sus ojos y dice: «Por
favor, diosito». Hubiera reído hasta doblarme ante la desesperación del ateo
más sensato.

¿Quién me creerá que regresé para contarlo? «El DF es mucho
más bonito de noche», pienso antes de caer dormida en el taxi con el rostro
iluminado por las luces navideñas, los faroles de las calles de una ciudad que,
como en sueños, se aleja.