Para 2008, la relación amorosa y laboral comenzó a desmoronarse. «Alguna vez Marvin tomó unos lentes de Quetzal. Éste se los arrebató de la cara y los rompió. Por esas pequeñeces ya peleaban», dice uno de sus amigos. Hubo televisores volando, cruces de manos. «Se había hecho todo tan tirante, que hablaban a mi trabajo para decirme que ya se estaban pateando», dice la mamá de Quetzal.

Paradójicamente, el dueto vivía su momento de más fama: tiendas de Montreal, Londres y Los Angeles exhibían sus diseños. Por la marca intentaron salvar la pareja, pero tras el primer Fashion Week 2008 Marvin decidió concluir.

-¿Cómo era trabajar con él?
-Al principio, increíble: una compenetración impresionante. Jugábamos con los materiales haciendo bolsas, capas, zapatos. Nos divertíamos. Después empezamos a tener mil conflictos, pero al final lo importante era estar juntos. (La marca) Marvin & Quetzal nos daba la fuerza para seguir.
-¿Por qué no quisiste continuar?
-Hubo mil rupturas, pero nos separó la incomunicación y su problema con el alcohol -me dice Marvin con su voz gruesa, a veces entrecortada-. Aunque siempre regresábamos. Quetzal intentaba reconciliar más. Estábamos en un círculo vicioso.

«La ruptura afectó mucho a mi hijo», dice Teresa Sánchez. Quetzal entró en una crisis alcohólica. En los antros, los elementos de seguridad pedían a sus amigos sacarlo. «Era tan intenso que si alguien le daba una tacha se la comía. Punto. Pero lo suyo era el alcohol», cuenta Ana Karla, la chica que vivió con él tras la ruptura y que, ante un escenario de trastes sucios, desorden y su amigo tomando tequila noches enteras, dejó el departamento en mayo pasado. «Sus excesos hicieron que sus amigos nos alejáramos de él», acepta Zemmoa.
Quetzal halló dos nuevos roommates: Gustavo, un modelo veracruzano, y César Ortega -conocido como "Veneno"-, dueño del sitio web The City Loves You. «Yo ya sabía que era un idolazo en el mundo fashionista», dice Veneno.
Sólo faltaba encontrar departamento.