Planeaste la cita perfecta. Vas cargado(a) de flores, chocolates y una sonrisa de idiota que no se te borra con nada camino a ver a tu peor es nada.

Llegas al restaurante y en lugar del beso pasional que esperabas, aquel o aquella te recibe sin levantarse de la mesa con cara de que ya bailó Bertha. Y de repente, lo inevitable: “tenemos que hablar” te dice, mientras a ti se te rompe el indefenso corazón.

Por más malgustero y ojeis que te parezca, cortar en San Valentín (o pocos días antes) es una práctica bastante socorrida por las y los patanes, porque eso sí, seamos sinceros, no sólo los hombres le hacemos a eso de la mala onda. ¿Pero por qué tanta maldad? ¿Quién les hizo tanto daño?

Una de las razones es la economía. Si te corta unos días antes significa que ni le gustas tanto y mejor se ahorra el regalo. Si te corta el mero día resultó más cabrón que bonito y espera que le des regalo, pero no darte nada. La misma lógica aplica para Navidad, por ejemplo.

Otro motivo es el pánico. Pasar juntos San Valentín genera un cierto vínculo de compromiso y para quien no está preparado para ello es un foco de alerta que grita: “¡corre mientras puedas!”.

Pero San Valentín no es la única fecha en la que darle aire a una relación es una pésima idea: aquí te dejamos otros 5 momentos en los que terminar con tu cuchi cuchi resulta imperdonable.

Momento pésimo número 1: Navidad.

Ya elegiste el regalo. Lo invitaste a la cena con la familia, a quien por cierto llevas atosigando con meses y meses de “tienen que conocerlo, es un caballero, creo que ahora sí va en serio” o “es guapísima, te va a caer increíble, tía Chayo. Esta sí es la buena”. Te llama un par de días antes y tú crees que es para verse y ponerse de acuerdo para el gran momento.

Error. En realidad sólo te citó para decirte “nene, bienvenido a Botadero, población: Tú”. Y así es como pasas una Navidad solo, rodeado de tías preguntonas y tragando recalentado como si no hubiera un mañana. (Si no entiendes la referencia de Botadero, aquí el video que ilustra este momento épico).

Momento pésimo número 2: Cumpleaños.

Tienes una crisis porque estás a punto de hacerte un año más viejo. Te ves al espejo, la pata de gallo hace su aparición y la panza chelera no tiene piedad. Aunque no tienes muchas ganas de festejar, tus amigos te sonsacan diciéndote cosas como “ándale we, sólo se cumple una vez al año, no seas mamón” y ahí vas tú, a hacerles caso y a organizar una party porque tampoco quieres parecer un ruco amargado.

¡Lo bueno es que en medio de todo eso hay algo padre: tu media naranja te adora! Ajá. Justo ese día, cuando esperas algún bonito detalle de su parte, en lugar de eso recibes el tan temido “creo las cosas ya no son como antes”y te mandan a freír espárragos.

Terminas en un antro de mala muerte con tus amigos, poniéndote como cola de perro (hasta atrás), llorando, vomitado y sin dignidad. ¡Happy Birthday!

Momento pésimo número 3: Me corrieron de la chamba.

Tu intuición Godínez te lo dice: van a darte cuello en la oficina. Todos te evaden, hablan bajito cuando pasas, la secre ya no te sonríe con el mismo entusiasmo. El ambiente se siente tenso y ya sólo esperas el momento de que lo hagan oficial. Te llama el de Recursos Humanos y te pide que firmes tu renuncia, lo que por supuesto, te quita todo derecho a pedir liquidación. Te sientes usado, explotado y finalmente desechado.

Llegas a casa con ganas de contárselo todo a tu nalguita, de acurrucarse juntos en el sofá a ver una peli e intentar que se te pase el mal trago. En lugar de eso obtienes un “Oye, bebé, no sé cómo decirte esto pero creo que deberíamos empezar a ver a otras personas”. Kaboom, depresión segura.

Y así es como entras en el círculo vicioso de las sopas Maruchan, recordemos que además de soltero y triste, ahora también eres pobre.

Momento pésimo número 4: Pérdida de un ser querido.

Éste es el rey de los Momentos Inoportunos (sí, así con mayúscula). San Valentín, cumpleaños, Navidad; ok, duele, pero eventualmente se te va a pasar. Aunque, ¿qué pasa si un amigo o familiar acaba de dejar este mundo cruel y traes el alma hecha pedacitos? Éste es un momento en el que necesitas todo el apoyo de la gente que quieres y que se supone, te quiere.

Pero no falta el patanazo (o la patana, porque en todos lados se cuecen habas) que te suelta la noticia de que la relación ya no funciona justo cuando no acabas de digerir las malas nuevas.

Chilangos, no la apliquen, por puritito pudor. Espérense tantito, sean buena onda y recuerden que la vida es como un boomerang y todo se regresa. Aguas.

Momento pésimo número 5: inmediatamente después de tener “la relación”.

Alguien, por lo general ella, se espera para consumar lo que viene siendo el coito, porque quiere esperar a estar segura de que ambos están listos y la relación va en serio. Al fin, la chica da su brazo a torcer y ¡BAM!, se entregan a sus instintos más básicos y ella le da la tan buscada “prueba de amor”.

Luego de eso, las cosas se enfrían. Él ya no la busca, no contesta las llamadas, responde los whatsapss con “ok” o de plano la deja en “visto”(ya saben, la maldita doble palomita). Ya no más changuitos ni emoticones cursis.

Al final el cuate la corta por mensaje o Facebook chat y ella acepta su derrota ante el patán. Tantita sensibilidad: si nada más la quieren para ponerle Jorge al niño, díganlo desde el principio. Como diría la Trevi: “si sabías que no ibas a amarme, ¿qué ganabas, qué ganabas con besarme?”.

https://www.youtube.com/watch?v=uUVnSGVElUo

Ahora sí chilangos, el momento de la verdad: ¿les han aplicado o han aplicado alguno de estos cortones? Venga, llegó el momento de las confesiones, hasta se vale poner nombres para que la fichita se lo piense dos veces antes de volverlo a hacer. O si tú has sido el malora, usa los comments como confesionario y libérate, nosotros te ponemos la penitencia.