Vivir en el DF es la panacea. A excepción de la consabida friega que implica el tráfico nuestro de cada día, de las marchas, bloqueos y los detallespecata minuta de nuestro querido gobierno como las nuevas disposiciones del Hoy No Circula, la neta, vivir en el DF es la gloria.

La libertad que tenemos, la multiculturalidad, las opciones de diversión y todo lo que gozamos son increíbles, sin saber que en otros estados no lo disfrutan.

Por ello, porque nadie sabe lo que tiene hasta que lo perdemos, les enlistaremos algunas cosas de las que deberían sentirse orgullosos de poder hacer aquí sin el menor problema.

Bendito anonimato

Hoy decidiste que te va a valer una pura y celestial fregada tu aspecto. Sales al centro comercial con unos pants, una gorra y tu playera, que ya tiene algunos orgullosos balazos. Sabes que no te encontrarás con alguien que te barra de pies a cabeza y te diga: ‘ay Carlita, ¿por qué tan desalineada?’.

Claro, esto sucede cuando salimos de la zona en la que vivimos, pues regularmente nos topamos con alguien si frecuentamos los mismos lugares. Entonces ahí el cochino tuerce el rabo.

Sabemos que no tendremos que estar como Miss Universo ondeando nuestras palmas al son de ‘corto, corto, largo’. Simplemente salimos y ya.

En otros estados esto es prácticamente imposible. Debes salir con tus mejores prendas para partir plaza y desfilar en los pocos centros comerciales que hay en las ciudades. Una pena.

¿Faltas a la moral?

En 2006, la Ley de Cultura Cívica del DF derogó lo que era conocido como faltas a la moral. En la actualidad, no pueden multarte o remitirte a la delegación, sólo invitarte a que le llegues por respeto a los demás ciudadanos, más que nada por los menores de edad.

Recordemos el caso de Guanajuato. Es una infracción al artículo 15, inciso 12 del Bando de Policía y Buen Gobierno, que estipula que es una falta cualquier acción que afecte la integridad moral del individuo o de la familia. O sea, quien se quiera dar un atascón con su pareja, que mejor lo olvide.

Who let the dogs out?

Comer con tu perro a un lado parece un escenario cotidiano para nosotros que vivimos en la capirucha, pero en otros estados esto es impensable. De principio, uno se topa con un cartel que dice: no se admiten animales (y no, no se refieren a los vertebrados racionales que caminan erguidos sobre sus dos piernas).

De hecho, aquí podemos encontrar lugares donde no sólo se permite estar con la mascota, sino que son bienvenidos con un plato de agua para amenizarles la tarde.

[¡También aquí podemos pedir nuestras quecas SIN queso!]

Las salidas siempre son originales

Te puedes proponer conocer un lugar diferente durante los 365 días del año y sin problemas lo consigues. Y lugares de todo tipo, comida diferente, shows, público y hasta criterios distintos. Desde fiestas swingers hasta un sencillo restaurante con comida orgánica.

En la provincia, si no es por que existieran los emprendedores aventados, los lugares que uno frecuenta siempre son los mismos. La variedad es imposible y no hay manera de salir de la rutina. No en vano los pillines hacen tremendas horchatas que luego son motivo de primeras planas…

Paso peatonal

Aquí hay una excepción: esto no es causa de orgullo. Aunque usted no lo crea, existen estados en la República Mexicana en los que los coches se detienen al ver a una persona que quiere cruzar en un paso peatonal. Tal es el caso de Mérida, en donde cualquier transeúnte puede pasar sin voltear a ver si viene algún coche: es un hecho que se detienen. Cosa que no sucede en el DF. Aquí si algún peatón quiere cruzar una calle, debe rezarle a san Juditas para que no se lo lleven de corbata.

El DF es una ciudad cosmopolita, para entrarle con valor y valentía. ¿Qué otras cosas se les ocurre que sean diferentes a las de provincia?

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