Para algunos chilangos, no importa el horario ni fecha en el calendario cuando las ganas se juntan para echar unos alcoholes. Sí, ya sea sábado por la noche o san lunes a mediodía, Navidad o Día de la Bandera, siempre se puede encontrar un motivo para agarrar confianza y brindar por ellas… ¡las botellas!

Sin embargo, entre los amantes del buen beber también hay categorías, pues no es lo mismo ser un gentleman de las mejores barras, que un teporingo de banqueta. Asimismo, no se compara el borrachín sentimental que suele sollozar en el hombro de cualquiera, con aquel briagadales temido por todos: el malacopa.

Por esta razón, aquí te presentamos algunas situaciones que delatan que eres malacopa, un guerrero de la huarapeta con hígado a prueba de cirrosis y moral incomprendida. ¡Comenzamos!

1. Le revuelves al chupe: no importa si ya estás bebiendo algo, si se acaba y llevan de otra cosa, tú le entras igual, como si fuera agua bendita.

2. Nunca comes muy bien que digamos durante la briaga, sino que te la llevas con los cacahuatitos rancios que ofrecen algunos bares como refrigerio.

3. Tienes en los contactos de tu celular a todas tus ex; lo peor es que a determinada hora, te da por llamarles para saludarlas.

4. Si se trata de algún convivio en la chamba, la metamorfosis es más que severa: de godínez abnegado te vuelves el todas-mías y le echas los perros a las secres, a las de limpieza y hasta a la mandamás de la oficina.

5. Nunca sabes cuántas te has echado, y ya al final la terminas haciéndola de pleito ratero para no pagar la cuenta de la cantina.

6. Ya entrado en copas… ¡que se arranque el más gallo! Te sale el Canelo que llevas dentro y quieres rifarte un tiro con quien sea, no importa si se trata de un cuate, familiar o vecino, lo mismo da.

7. Insistes en manejar, aun cuando ya estás como Santo Cristo. Que quede bien claro: ¡nadie puede ni debe quitarte las llaves del carro!

8. En las pachangonas familiares, te agarras al sobrino más atarantado para platicarle tus aventuras de cuando eras chico y darle, por su puesto, sapientísimos consejos.

9. Eres cliente frecuente del Torito, donde incluso te saludan por tu nombre y te dan doble ración de chilaquiles.

10. Para hacer más amenas esas horas nalga en la oficina, tienes guardada siempre una patona en el cajón de tu escritorio. Sin embargo, ya que estás bien persa, le echas bronca al jefe o le avientas una buena guacareada.

11. Ya sea pulcata, bar o cantina, te da por sentarte en otras mesas para gorrearle los tragos a los demás.

12. Te gusta exhibirte y sabrosearte (metida de mano y toda la cosa) con tu pareja, al punto casi del orgasmo en plena pista de baile. Lo peor es que lo sigues haciendo incluso cuando ya acabó la pieza musical.

13. Más de una vez has despertado en brazos de alguna célebre desconocida o de un perdedor hecho y derecho.

14. Digan lo que digan las leyes, para ti la vía pública es el mingitorio más grande del mundo.

15. En las fiestas del trabajo te sacan en hombros cual campeona de box. Eso sí, ya después de haber hecho el ridículo en plan grande: un chichis pa’ la banda en presencia del cuerpo directivo de la empresa.

16. Ya flameado, te sientes Resortes resortín de la resortera, o un Chayanne en tiempos de hambre, y sacas tus mejores pasos domingueros; sin embargo, la realidad es que sólo eres el hazme-reír del huateque.

Hasta aquí este listado, pero antes dinos: ¿qué opinas, chilango?, ¿te ha pasado alguna de estas situaciones?, ¿conoces a alguien así? ¡Venga!, de lo más profundo de tu ser. Total, todo sea mientras el cuerpo aguante. ¡Salud!

¿Qué otras paellas recomiendas?

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