Ah, el amor. Lo soñaste, lo esperabas. Por fin se te hizo con Marianita (o con Saúl) y no hay nada en el mundo que te quite la emoción de saber que después de tus obligatorias ocho horas de trabajo godín, se verán. Sabes que de aquí eres y que nunca, NUNCA más volverás a estar solo.

Pero, ¿será que el otro ande en las mismas? Sí, no podría ser algo diferente, ¿o sí?

Bueno, pues sentimos decepcionarte, pero puede ser que te estén dando gata por liebre y que el otro nomás no sienta esas mariposas que te revolotean en la panza.

Así que antes de que te des cuenta a la malagueña, aquí te decimos cómo puedes saber que el otro de plano no está en la misma frecuencia que tú:

1. Casi siempre prefiere salir en bola o sólo con sus amigos

No hay que ser Madame Sasú para saber que de plano no disfruta de tu compañía. Si todo el tiempo te quiere achocar a sus cuates, enciende la sirena de alerta. O sea, está padre salir con los amigos y tomarse unas chelas, pero si esto se vuelve el “deporsí” de tu pareja, algo anda mal.

2. Los detalles cuentan

Te ha dicho en varias ocasiones que le hace falta una linterna en su casa, así que cuando sales del Metro y te topas con una en un puesto, se la compras. Le haces su comida favorita; lo llevas a ese restaurante de la Zona Rosa que tanto le gusta; te zampas los domingos familiares en su casa. Vamos, de verdad le demuestras que te importa. Pero, ¿y él? Ni siquiera te deja poner tu estación favorita.

3. Hablando de la familia…

En tu casa todos lo conocen, pero jamás se le ha ocurrido presentarte con alguien de su familia. Es más, ni siquiera sabes si sus papás viven aquí o en otro lado de la República. Ok, se entiende que no te van a presentar a toda la cohorte al mes de andar, pero al menos que te diga qué pata puso ese huevo, ¿no?

4. Eres capaz de aventarte un viacrucis por ella

Te pide que lo/a recojas en su trabajo a las siete de la noche, pero en realidad sale a las 10 y de lo más campante. Te ruega para que le compres boletos en primera fila para el concierto al que quiere ir y prácticamente te matas por conseguirlos. Pero cuando le pides que te preste su iPad para hacer una presentación en su trabajo, te manda por los chescos.

5. Becho, abacho y apapacho

Esta noche cena Pancho y la espera te mantiene feliz durante todo el día. Cuando llega la hora de verse, te da millones de evasivas para que no haya nada de nada. Ni un besito, nada. Te dice que está cansado, que no tiene ganas, que prefiere guardar sus energías para el día siguiente. Bah, ¿quién diablos se negaría a echarse un round?

6. Memoria de teflón

Ok, seguramente más de uno no recuerda el día en el que comenzaron a andar, pero al menos podría preguntarte. Si para ti esto es importante y no lo festejan porque se le olvidó, probablemente no se sienta tan enganchado como tú. Además, ya no hay pretextos para los olvidos, para eso tiene un telefonito de última tecnología con agenda…

7. ¿Decías?

Le cuentas toda tu vida, tus sueños, tus desvelos, todo lo que te angustia. A él/ella no parece importarle, tanto que cuando vuelves a tocar el tema, se sorprende y ni sabe de qué le estás hablando. Si no le interesa lo que te pasa, ¿qué puedes esperar?

8. Tú me llenas

Su presencia es capaz de calmar todo, pero cuando él/ella tiene un problema, no te busca. Desaparece durante días y cuando le preguntas qué está pasando, te dice que anda con mil broncas y que sus amigos lo están ayudando a superarlas. Jamás te considera para pedirte un consejo y aclarar sus ideas.

9. Cambia, por favor

Todo lo que le cuentas le parece infinitamente aburrido. Te pide que cambies y que te intereses por otro tipo de cosas. Posoye… así me conociste, ¿y ahora esperas que me convierta en otra persona? Nadie que presuma quererte te pediría que cambies. Faltaba más.

10. Acabas con su paciencia

Se desespera todo el tiempo contigo. Se enoja, balbucea y a veces es agresivo. Digamos que esto ya es el colmo de todo. Cuando en una relación entra la violencia, no hay que ser muy avispado para darse cuenta que es momento de mandarlo al diablo. Por más que estés clavado/a con él, la agresividad no es buen signo. Por el contrario, es una muestra inequívoca de que es hora de terminar.

¿Qué otras cosas consideran que dicen a gritos que a él no le gustas tanto?

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