Señales de que estudiaste en un CCH

¡Orgullosamente ceceacheros!

Cuartoscuro

Dicen los malintencionados que si las prepas son Netflix, el CCH es Blim. Pero nada más lejano a la realidad que esto, pues cada uno tiene lo suyo y la verdad es que haber estudiado en un CCH es un verdadero orgullo.

Ser ceceachero es sinónimo de ser mucho más independiente, es arreglárselas solo y organizarse para estudiar, es saber investigar, es no necesitar de “áreas” porque sabes que el conocimiento es plural y diverso. Pero además, hay cosas que sólo sabrás si fuiste a algún plantel específico y aquí te los decimos uno por uno.

CCH Sur

Seguro estabas acostumbrado que los del resto de los CCHs te dijeran: “O sea, ¿vas en el FRESUR?, goeeee” Porque aceptémoslo, no era lo mismo ir a guerrerearle al CCH Oriente o Vallejo —que eran como los parientes pobres— que asistir al CCH Sur.

No dejaba de estar en el Pedregal y pues aunque finalmente todos éramos parte del mismo sistema, en nuestra mente los del sur siempre eran y serán los fresitas. Además al estar tan cerca de la Zona Cultural de la UNAM, se codeaban con los de nivel licenciatura, mientras que los demás nos codeábamos con baches, coladeras y microbuses. No por nada también le decían el “freseache”. Y ya le paramos con eso porque sí nos vamos a ver muy ardidos.

CCH Azcapotzalco

Si sobreviviste a una de las tortas de El mandril, lo puedes presumir como una cicatriz de guerra. Y es que no es por nada, pero la fama de tragones se la ganaron a pulso, prueba de ello eran las gorditas gigantes que vendían por las canchas, no aptas para gente que se hace de la boca chiquita.

Lo malo era que la doña que las vendía no era precisamente amable: te regañaba peor que tu mamá en sus peores días. Cuando cayó la huelga, el CCH se dividió entre los que apoyaron y los que se iban a tomar clases a las bodegas de Vallejo —ñoños, cof cof—. Aún así, también había un lugar que era indispensable conocer: la cantina La Lupe, ideal para caerle en viernes y quitarse el estrés de la semana.

CCH Oriente

Sabemos lo que es ser el puro barrio. Al estar ubicado en la zona limítrofe entre Iztacalco e Iztapalapa, nos caía lo más selecto de la zona oriente de la Ciudad de México y del Establo de México. Aquí igual venían estudiantes de Neza, Los Reyes, Chimalhuacán, Cárcel, en fin, la pura crema y nata (o como yo, que viviía más allá de Chalco). En mich tiempoch, en el M se juntaban los gays y ni quién les dijera nada, la pura diversidad y apertura. En las canchas podías ir a matar clase y haraganear a gusto y por supuesto, la comida era matona: a las afueras las aguas (las famosas payasadas) o los puestos con discos de música “alternativa”, le daban un sabor rudón a la experiencia de venir a este plantel

CCH Vallejo

recordar las épicas inundaciones que se hacían. Si de por sí la zona no era precisamente “nice”, en época de lluvias se ponía más gacha la cosa, a veces para entrar había que hacerlo por una tablita que era la salvación del alumnado. Pero no todo era gacho, por supuesto: los toquines que se armaban en la explanada se ponían buenos, los cuernitos cubanos bien atascados que que vendían en las cafeterías, las transmisiones de Radio Pacheco (ahora Regeneración Radio) e irse a fumar a las canchas era un clásico que había que vivir si pasaste por este plantel. Además, dicen que si no echaste pasión en los famosos revolcaderos, es como no haber estudiado aquí, ja. Un especial saludo al profesor Arenas, ¡personajazo!

CCH Naucalpan

Siempre fue el hermano más estudioso de todos los CCHs. No sólo porque sus instalaciones estaban mejor equipadas que el resto de los planteles, sino porque también el nivel académico solía ser más alto. Aunque el plan de estudios era prácticamente el mismo, aquí se seguía al pie de la letra y a los estudiantes se les estimulaba para formar un alto nivel de lectura e investigación, lo que ha formado por generaciones a muchos estudiantes con un espíritu crítico hacia la situación del país. De hecho, de todos los CCHs Naucalpan es el que pone más énfasis no sólo en las humanidades, sino también en los deportes, todo en un ambiente super plural donde todas las tribus urbanas coexisten sin broncas: metaleros, punks, hippies, nerds y uno que otro fresa. Un pequeño edén de la diversidad pensante.

¿A poco no es un orgullo haber ido a un CCH? Y aunque algunos nos ninguneen, ¡todos somos universitarios! ¡Goya, Goya, Cachún Cachún, Ra Ra! Comparte esta nota con tus amigos ceceacheros con los que compartiste aulas, recuerdos y buenos momentos.

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