Después de
un mes de relativa tranquilidad ha vuelto la controversia entre el cardenal
Sandoval Iñiguez y el gobierno del Distrito Federal
. Primero se acusó a Marcelo Ebrard de haber "maiceado"a los ministros de la SCJN para
que aprobaran los matrimonios entre personas del mismo sexo y de ahí
nuestro jefe de gobierno demandó a Sandoval por daño moral; ahora
el religioso publica en un semanario que el gobierno de la capital es
dictatorial por aprobar leyes contra la naturaleza
, lo que le ha ganado
una queja por violaciones al artículo 30 constitucional (que regula
las organizaciones religiosas).

En el escrito,
el cardenal se muestra molesto
(como casi siempre) y denuncia que en
el DF no hay un gobierno democrático
pues se han aprobado leyes que
van en contra de la opinión de la mayoría de los ciudadanos ,según
varios estudios (los cuales no muestra, ni cita). De lo anterior podemos
analizar dos aspectos: primero, que Sandoval se ha hecho ya de dos demandas,
una civil y otra institucional, por emitir opiniones crudas y que según
el Conapred sí son discriminatorias (por si aún teníamos duda).

Anteriormente
parecía que los miembros de la iglesia católica eran intocables y
podían decir cualquier cosa sin tener consecuencias. Ebrard
cuando menos ha intentado romper esa costumbre. De ahí que falte mucho tiempo para
que terminen las demandas, mismas que, de favorecer al carnal
Marcelo, obligarían a Sandoval a retractarse de lo dicho.

Por el otro
lado, Sandoval Íñiguez usa la democracia como escudo para decir que se han
aprobado leyes que la mayoría no quiere
(sin mostrar los estudios);
sin embargo, haría falta explicarle que en ésta también las
minorías tienen derechos y muchas veces son ellos quienes deben tener mayor
protección, porque ciertos sectores de la población los discriminan
(por ejemplo, diciéndoles maricones como Sandoval opinó).


La Iglesia
Católica y todas las demás religiones en México pueden y deben opinar
sobre la vida del país,
pueden o no estar de acuerdo pero tienen que
hacerlo
de forma adecuada, es decir, cuidando las formas.

Un curso de
diversidad y de elocuencia políticamente correcta no le haría nada mal
a Sandoval Iñiguez.

El debate entre
el gobierno del DF y el cardenal de Guadalajara ha agotado sus argumentos,
nos queda esperar las decisiones de los jueces y aprender que las opiniones
y las críticas son necesarias pero siempre con respeto.