Por Baxter, que usaría este manual para todos los domingos, pero es abstemio… NOT.

El calvario que pagas por una noche loca generalmente no vale la pena. Es el castigo, la justicia casi cristiana que cae sobre tí cuando te excedes en el alcohol, cuando la copita de vino casual se transformó en una borrachera de banqueta. Entonces el día siguiente no soportas ni los rayos del sol, te despertó el dolor de cabeza y la boca te sabe a cenicero. Ah, la cruda… ¿Qué sería de la humanidad sin la justiciera resaca?

Pese a todo, hay cosas que siempre se agradecen en esos momentos de terrible desazón. A continuación, el lado amable de la tortura etílica.