Llegué al último Fashion Week de Campo Marte poco antes de iniciar la pasarela de Marvin & Quetzal, su primera y última después del deceso. Ahí estaban Temores, Mizrahi, Ana Karla Escobar y Zemmoa. Las gradas se llenaban con jóvenes vistiendo la playera con los rostros de Marvin y Quetzal. Invitados y reporteros se enfrascaban en un vaivén de conjeturas: «Se mató en su departamento de la Narvarte», «Subió a la azotea y se cayó», «Lo encontraron con unos tacones altos y en trusa», «Dejó una carta».

En los camerinos, mientras tanto, Marvin, descompuesto de los nervios y el estómago, salía a la calle a tomar aire. Volvió debilitado.
Las luces de la carpa se apagaron e inició un video de tributo, "Karitzya", que Quetzal grabó en Playa del Carmen. Pese a que era una parodia de su homosexualidad, todos guardaron un ceremonioso silencio ante la imagen del diseñador recostado en la arena, agarrando el tronco de un árbol, desnudándose o clavándose en una ola. La gente aplaudió.

En la penumbra se encendieron las bocinas. Sobre un panel aparecieron las caras de Marvin y Quetzal y el logo de los colmillos. Al instante surgieron las modelos con los 23 cambios de la colección primavera/verano, la última que ambos hicieron. La pasarela se llenó de luces neón y pastel. Al final, las chicas recibieron al diseñador. Serio, Marvin posó para los medios y se retiró aplaudiendo. «Ese día -recuerda- salí en blanco, caminando por caminar.»
-¿Ha sido el amor de tu vida?
-Hasta ahora, sí-responde.
«El mundo de Quetzal cuando conoció a Marvin fue Marvin, cuando estuvo con Marvin fue Marvin y cuando Marvin lo dejó fue Marvin», concluye Temores.