El coche es nuestra burbuja mágica: nos hace pensar que estamos a salvo de todo y que nadie nos escuchará cantar las
canciones de Glee o sacarnos los mocos cuando estamos frente al volante.
Por
lo tanto, al estar tan aislados tenemos que buscar formas de comunicarnos con
el resto de los conductores. Así que
como buenos sobrevivientes de la selección natural, hemos creado varias señales y
mañitas que le harán saber al del otro auto en qué estamos pensando.
Cuando eso falle, entonces sí recurriremos a los
gritos, las señas obscenas y a manejar como si trajéramos una Hummer blindada
de las que regaló Elba Esther a sus maestros.

Relájense, suban los pies
a lo que tengan enfrente, pongan mucha atención –sobre todo si van manejando y leyendo esto al
mismo tiempo
– e intenten entender mejor el lenguaje automovilístico dándole a siguiente.