Mariana CamachoVoy a decir la verdad. No me pongo todos los días, a cada minuto los flamantes tennis Easy tone… ni pienso hacerlo. No porque no me interese reacomodar todo aquello que la gastronomía se ha dedicado a desacomodar. No, ellos y yo no somos uno mismo (y eso, porque sé que cualquier persona que los compre, los va a ocupar sólo en sus ratos sporty). Peeero, para que vean que si estoy comprometida con la causa, este fin de semana encontré el pretexto perfecto: me mudé de casa… empaqué, subí, bajé, desempaqué, me desesperé, me cansé, seguí y en ningún momento me separé de ellos.

El resultado. Chale.

Sí, qué bonito quedó mi nuevo hogar. Pero no puedo decir que mis piernas estén de acuerdo. Duelen. Duelen las pantorillas, los muslos y así continúa el dolor practicamente hasta la cabeza. Imagino que el trajín del fin de semana algo tiene que ver, así como imagino que los tennis están haciendo de las suyas. Y lo digo, porque la sensación no es la misma que con el ejercicio regular (y ya sabemos todos que es regla de oro de la tonificación: si no duele, no sirve).

En fin.

Lunes otra vez, tennis otra vez. Y el dolor continúa. No puedo decir que ya soy una modelo talla cero, pero si les anticipo que hoy los pantalones me quedaban mucho mejor.