Seguro han caído en las garras de algún nazi del buen decir (o al menos en eso pretenden erigirse) que les corrige: “no se dice ‘lamber'” o que con la ceja levantada y el meñique ídem, les dice con desprecio que “no se dice tráfico, sino tránsito”. Pues aquí va una cucharada de su propio chocolate, dado que ésta es una lista de expresiones que son consideradas correctas aunque algunos no lo sepan.

Tráfico

Seguramente te has topado con algún sabihondo que te corrige diciendo “no se dice tráfico, sino tránsito”, cuando te quejas de este mal que tanto padecemos los chilangos. Pues puedes decirle a ese zoquete, que está en un error, porque la palabra tráfico significa en una de sus acepciones “circulación de vehículos por calles y caminos”, mientras que otra de ellas es precisamente “tránsito de personas o mercancías por cualquier medio de transporte”. Así que a callar, porque decir tráfico sí es correcto.

Lamber

Se considera una forma antigua del verbo lamer, de hecho, éste último proviene del latín lambere, y significa pasar la lengua por la superficie de algo. Además de ser una forma antigua todavía muy usada en algunas regiones de España, su uso está también extendido en América. Además, en México y Uruguay es sinónimo de adular, por lo cual decir “lambiscón” es perfectamente correcto cuando quieres referirte a una persona que se pone de tapete.

Gentes

En ocasiones, escuchamos que alguien dice “vimos a varias gentes” y nos pitorreamos de ese sujeto o sujeta (a veces en su jeta) porque creemos que pluralizar la palabra gente es incorrecto, al tratarse por sí mismo de un sustantivo colectivo. Pues resulta que los que estamos mal somos nosotros. La palabra gente no sólo alude a un grupo de personas, también puede usarse como sinónimo de individuo o persona.

Mostro

Una de las palabras que más dolores de cabeza causa en los niños (y a veces también en los no tan niños), es “monstruo”. Además de su macabro significado, escribirla y pronunciarla ha llevado a muchos errores comunes. Esta palabra tiene dos variantes consideradas como correctas, aunque están en vías de extinción por falta de uso: “mostro” y “monstro”. Así que si tienes un peque en casa que dice que le tiene miedo a los “mostros”, no lo corrijas, porque esa palabra está plenamente reconocida.

Gasolinería

En efecto, la RAE no incluye la palabra gasolinería en su diccionario y únicamente recoge el término gasolinera como “establecimiento donde se vende gasolina”. Sin embargo, la Academia Mexicana de la Lengua reconoce que morfológicamente, la palabra gasolinería está formada correctamente, pues el sufijo derivativo “aria” o “eria” viene del griego y significa “lugar donde hay”. Ejemplos: Acuario, recaudería, verdulería, ferretería, etcétera. Debido a su impecable formación, su uso como localismo ya es considerado correcto.

Bufé

Aunque algunas personas creen que es incorrecto pues les suena a cuando le quitas la última letra a una palabra (navidá, interné), es la castellanización de la palabra francesa “buffet”, que es un comida compuesta por varios platillos y en el que puedes servirte la cantidad que quieras sin esperar los “tiempos”. Esta palabra es poco usada porque es homógrafa del pretérito en primera persona del verbo bufar (bufé del coraje por culpa de los policías). Ojo, no confundir con “bufete”, que es el estudio o despacho de los abogados.

Bluyín

A los habitantes de la Madre Patria les da por castellanizarlo todo pues consideran una ofensa usar extranjerismos en su preciado idioma. Por lo tanto palabras como “blue jeans” las han convertido en otras fonéticamente parecidas y con una grafía —según ellos— más accesible. Así es como nació la palabra “bluyín”, que para ellos no es otra cosa que los pantalones vaqueros. Lo sabemos, no es común, pero puedes usarlo para que tus amigos sabelotodo salten a corregirte y puedas humillarlos en su propio terreno.

Chinguiña

Aunque tampoco es una palabra que la Real Academia haya incorporado a su diccionario es un localismo muy extendido en México. Hay quienes de inmediato corrigen a quien dice que “amaneció con chinguiñas” diciendo que la palabra es “lagañas”. Pues la Academia Mexicana de la Lengua sí reconoce su existencia y la coloca como sinónimo de la anterior. También hay quien dice que “lagaña” es incorrecta, que se dice “legaña”. Pues ambas están reconocidas por la RAE, aunque la forma “legaña” es más extendida en España (nos salió un verso sin esfuerzo) y la forma “lagaña” se usa más en América.

Viniste

Sí, sabemos que es muy básico, pero hay quien a estas alturas del partido te hace cara de fuchi o hasta se atreve a decirte “no se dice viniste, se dice veniste”. Toda la confusión viene (jeje) porque el verbo venir, al conjugarse en primera persona del plural, o séase, cuando usamos el “nosotros”, tiene como formas verbales válidas tanto “venimos” como “vinimos”. La gran diferencia es el uso de los tiempos. Venimos es presente (venimos en son de paz, relájate) y vinimos es pasado (ayer vinimos y no te encontramos). La forma “veniste”, como la honestidad de los políticos: no existe.

Fuertísimo

Si dices algo como “esa música está fuertísima”, no faltará algún exquisito siempre dispuesto a corregirte que te diga: “no se dice fuertísimo, es fortísimo”. Y empieza la discusión. ¿Quién tiene la razón? Ambos. Tanto fortísimo como fuertísimo están reconocidos como superlativos del adjetivo “fuerte” por el Diccionario Panhispánico de Dudas. Así que se vale que digas que te gusta la música fuertísima, lo que no se vale es que esa música sea reggaetón (ja).

¿Qué tal? Compartan esta nota con sus amigos sabihondos que tienen el hábito de corregir a todos compulsivamente. Una de cal por otra de arena, ¿a poco no?

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