¿De qué se trata?
Que tu plato valga lo que cuesta. Claro, hay que tener en cuenta el lugar, la zona y el “status” del lugar (válgame el señor, escribí status) pero siempre se debe guardar una proporción de valor por lo que pagas.

¿Por qué se agradece?
No hay nada como un lugar en donde las porciones sean generosas y pagues poco. Mejor aún cuando sabe realmente bien. Puedes checar una buena guía sobre eso aquí. Regresas y te vuelves un comensal consentido.

Posibles escenarios fallidos
Algo recurrente, sobre todo en restaurantes nuevos, es que comienzan muy bien. Buenos precios, calidad increíble. Regresas a los tres meses, cuando ya tienen cierto renombre y todo es una cochinada.
Llegas a un lugar, te acaban de pagar y como buen mexicanote, pides el plato más caro de la carta. Generalmente lo más caro no es lo mejor.
Crees que porque un lugar es caro, la calidad será la mejor. Falla.