3) Patines de hielo y playas artificiales

A muchos no les parece.
Argumentan que afea la ciudad y que es parte de una campaña populista; sin
embargo: ¿qué no es extraordinario que tengamos playas en verano, y una pista
de hielo -de las más grandes del mundo- sobre la plancha del zócalo, en
invierno?
Seguro que hasta al mismísimo obispo se la ha antojado ponerse los
patines e intentar deslizarse sobre el hielo.