Por fin, después de meses de espera, llegó el 2014. Un año nuevo, lleno de esperanzas, sueños, propósitos e impuestos nuevos. Sin embargo, a pesar de este optimismo, muchos de nosotros decidimos empezar este año con la voz de la naturaleza que nos juzga por haber festejado como si el mundo fuera a llegar a su fin.

Así que, chilangos que están recluidos en su malestar, los saludamos y nos atrevimos a describir los cinco niveles de cruda que, después de años de estudio, pudimos identificar.

¿Qué nivel de cruda manejas?

Nivel: Vampiro

La luz es tu peor enemigo. Tienes el deseo de pasar el resto de tus días -de cruda- confinado en tu habitación con la puerta cerrada, cortina abajo y sin ningún rastro de vida a tu alrededor. Cualquier expresión de alegría te provoca una muere chiquita.

Nivel: Zombie

En este nivel ya eres capaz de soportar la luz, caminar e, incluso, emitir algunos sonidos incoherentes. Incoherentes como tú diciendo que querías empezar el año con salud y para ello decidiste beber todo el alcohol del condado con el propósito de ‘matar las bacterias’. Lo que en realidad necesitas son unos buenos tacos de sesos, tripa o, bien pancita para revivir.

Nivel: Amnesia

“¿Qué pasó ayer?, ¿Cómo llegué a casa?, ¿Qué he hecho de mi vida los últimos diez años?” son las preguntas más frecuentes en este nivel. Presentas enormes lagunas mentales y te es imposible llenar los espacios vacíos con la ayuda de tu memoria. Por más que lo intentas no te explicas cómo pasaste de beber un rico ponche de frutas con la familia a despertar tirado en el baño abrazando al escusado.

Nivel: Pari Animal

Entiendes perfectamente todo a tu alrededor, miras a los demás caídos disimular su cruda usando lentes de sol gigantes, comiendo caldos picantes y tú, como un maldito jefe, destapas otra chela bien fría porque solo se vive una vez. Y porque, según tú, es el mejor remedio para curar el malestar… coff alcohólico coff.

Nivel: Indestructible

Tu pregunta no es “¿Qué hice ayer?”, sino “¿Qué haré mañana?” Para ti el alcohol es como agua y tú, gustas de beber la fuente de la eterna fiesta. Tu hígado es de acero inoxidable, o al menos así lo crees. Cuando los demás sufren por las voces en su voz que les dicen: “no debiste beber tanto, otra vez…” Las voces de tu cabeza dicen: “¿Qué estás haciendo con tu vida?” Pero bueno, con una cuba empiezan a hablar más bajito.