¿Qué se pierden?

Todo un trabajo artesanal: cuando alguien te gustaba, cuando era el cumpleaños de tu mejor amigo, o cuando se venía el 14 de febrero, una solución de regalo muy aplicada era la de fabricar un mix tape personalizado.

La elaboración implicaba horas de trabajo: escoger las canciones, acomodarlas en un orden adecuado, y grabar pegado al estéreo con el cassette original y con el nuevo. Si te equivocabas por segundos, sobreescribías o repetías o cortabas una canción, todo el esfuerzo se perdía y había que empezar de nuevo.

Quizás por eso eran tan apreciadas, porque el que las recibía siempre sabía el esfuerzo que implicaba un bonito mix tape.

¿Por qué era bonito?

Porque también era una forma de decirle COSAS a esa persona especial, en lenguaje cifrado: puras canciones de amor y tormento para el amor de tu vida (lo más común). O canciones felices y bailables para el cuate de toda la vida. No había carta más efectiva que un mix tape.

¿Qué tendrán en lugar de eso?

Playlists. Lo peor: playlists hechos automáticamente por iTunes, con el Genius.

Ya no hay moral.