Advierto de una buena vez: voy a caer en clichés.
“La Virgen de Guadalupe tiene jurisdicción en Johannesburgo”, me dijeron por teléfono al terminar el partido. No sé si sea cierto. En la vida real soy ateo, en el fútbol namás agnóstico.

“Portero sin suerte no es portero”, dice el refrán. Ahí sí hay razón: el arquero de la selección es parte de una fábula llamada “El conejo y el poste”, como bien apunta nuestro editor @ruyfeben.

Creo que esas dos frases pueden resumir el desempeño de los ratones verdes en el primer partido de Sudáfrica 2010.

La inauguración la escuchéen el Periférico. En la estación que transmitía había un dude que a duras penas hilaba dos frases: no, no era Jorge Campos. Era un búlgaro, Hristo Stoichkov. Francisco Javier González le preguntó sobre la habilidad de los sudafricanos, y que si se acordaba de Claudio Suárez y cómo veía el resultado del encuentro. “Son buenos, son buenos”, dijo para responder a las tres preguntas de un tajo.

Lleguéa donde iba a ver el partido, no sin antes notar que los bares de la cuadra ya estaban funcionando. Ocho de la mañana y ya se avistaban los tarros de michelada. Claro que ya había Godinez con nudo suelto de corbata.
Luego pasó Felipe Calderón con su chalecito, a saludar a todos los seleccionados. A contraimagen estaba Jacob Zuma, presidente de Sudáfrica y pimp absoluto. Por ahíleíque se carga un harem de mujeres. Sus lentes obscuros parecen confirmar el hecho.

En los primeros diez minutos los dejamos (sí, nosotros) tan confundidos como Elba Esther ante una pentasílaba. La selección llegaba incesantemente, pero sin claridad. El Guille trataba de meter gol de rebote. Los sudafricanos tenían una defensa tan endeble como el testimonio de la mamá de Paulette.

Pero como siempre pasa con el Tri, los nervios se sobreponen al equipo, no el equipo a los nervios. La cámara enfocóvarias veces los brackets de Salcido, que tenía cara de retortijón. México se fue desesperando y Sudáfrica tranquilamente tomó el balón. Para el final del primer tiempo, comenzaba el pánico al ver lo rápido que corren los delanteros bafana (trivia inútil: “bafana” significa muchacho en Nguni, una de las varias lenguas sudafricanas).

El gol de Vela sí era fuera de lugar. Muchos empezaron a argumentar que el defensa en la línea impedía que marcaran off-side, pero aquí, señores villamelones, entra la regla: tiene que haber dos jugadores contrarios entre el delantero y la portería al momento del pase (en este caso, la salida loca de Khune, que tiene unos reflejazos, inhabilitó a Vela). Si les interesa, aquí hay un diagramita para pasar del nivel 0 de Quick Learning al 1 en Teoría del Fútbol.

Vaya uno a saber quéles dijo el Vasco en el medio tiempo, pero nuestros once compatriotas salieron con más miedo que de costumbre. Seguro les puso el comercial del Ángel en la tele. Le cedieron la bola a Sudáfrica, y pasó lo impensable -como siempre ocurre en este país-. Rafita cajeteó un pase, los de amarillo corrieron como si los persiguiera un león, y en tres toques, Tshabalala ya se encontraba en ángulo de Playstation, listo para meter un gol de ésos que sólo le salen al Venado Medina con la espinilla. Tan solo en el área como la única neurona de Paulina Rubio.

Una jugada, un gol. Podrán ser malos en conjunto, pero se ve que en las escuelas de Sudáfrica síles enseñan a tirar. A Aguirre le dio chorrillo por diez minutos.

El mundo se vino abajo. Los trabajadores de mi calle dejaron de taladrar. México estaba fuera del mundial al minuto ’55 del primer partido. Se descontrolaron como es costumbre: empezaron a regalar el balón, pandió el cúnico y Sudáfrica se veía más cerca del segundo que nosotros del primero. Hasta que Javier Aguirre entró en razón. Sacó a Guardado de la banca (jo jo jo) y con un toque magistral, le puso el balón en el pie al metrosexual de Márquez, que definió glacialmente. Pensó, pateó y anotó.

Mención aparte para el Cuauh, que como bien dice mi amigo @lalazo, debería de jugar en segway. Sus pulmones de Camel fueron factor en contra.

La segunda mitad concluyóigual que la primera: México un poco destanteado frente a unos sudafricanos verdaderamente veloces y con buena puntería. Ese último tiro de Mphela nos hizo sudar más que Agustín Carstens al cerrarse los pantalones.

El árbitro de Uzbekistán, excelente. Amonestóal puerco del Borrego Torrado por desesperarse y a Juárez por andar metiendo mano. Sus abanderados (otro uzbeko y un kasajo) marcaron todos los fueras de lugar de forma correcta. Aplausos.

El resultado final nos dejófrustrados a todos: a los bafana porque tuvieron oportunidades más claras y a nosotros porque la televisión ya nos hacía campeones. Pero para meter el segundo gol hay que meter el primero, como dice alguien. En este caso, para ganar el mundial hay que ganar los partidos. Sudáfrica es en papel el más fácil de los tres. Ojalá y los ratones verdes me demuestren lo contrario, y el 17 tundan a los franchutes como debieron haber hecho hoy con los anfitriones.