Éramos tantos mexicanos con boleto al estadio que la organización debió hacer un esfuerzo sobre humano. Tan sólo los que veníamos de Ciudad del Cabo éramos más de 10 mil, que se acomodaron el charters a lo largo del día. El mío salió a las 12 am y llegó a Polokwane dos horas más tarde. Eso significó llegar al estadio 5 horas antes de que empezara el partido. Hubo gente que llegó antes y otros que llegaron faltando minutos.

Las puertas se abrieron a las 4:30 pm, cuatro horas antes del partido. El ánimo mexicano no podía ser mejor: afuera la gente ya tenía chelas (no sé cómo) y sólo se escuchaban porras para la Selección. Éramos todos mexicanos, casi todos. Salvo unos 5 mil sudáfricanos y unos mil franceses, el estadio era nuestro.

Faltaba mucho para que empezara el partido por lo que la actividad que todos elegimos fue tomar cerveza. Las consecuencias fuero claras. Al empezar el partido la euforia invadía a todos los aficionados. Pasó el primer tiempo y nada. El segundo y el estadio explotó. Era una fiesta.

Las fotos van perdiendo claridad por el paso de las cerveza a través del lente.

El día acabó en una fiesta comunal.

Nos vemos el próximo.

Saludos,
Matu