«¡Corte!», gritó molesto el director Abel Salazar. La guapa “Rosalía”, el personaje de Mariagna Prats, debía jalar las riendas con más coraje para que “Perico”, su colorado cuarto de milla, levantara las patas traseras hasta quedar vertical y amenazara con las herraduras a “Rita”, enemiga de la joven. La cámara, en contrapicada, registraría una escena de cólera y adrenalina.

Mariagna acató la orden: la productora Conacite Dos le estaba dando la oportunidad de debutar en el cine con el estelar de Una leyenda de amor, un remake millonario de El Peñón de las ánimas —con María Félix—. La chica de ojos verdes arremetió y, ahora sí, jaló la rienda con vigor. El caballo se alzó furioso: el cuerpo de la actriz quedó suspendido un instante y se desplomó en seco sobre la montura. Su coxis se fisuró gravemente.

Con el dolor por dentro, agobiada por el corset de su vestido victoriano, la joven de 20 años oyó otra vez el “¡corte!”. Pese a que ese día de julio de 1978 estaba cambiando su vida, la que hasta hoy fue Primera Dama del DF aceptó silenciosa repetir la escena.Eran tiempos difíciles, México tenía muchos problemas entonces, y Mariagna tenía que demostrar de qué estaba hecha.