Dicen que soñar no cuesta nada, que chillar de felicidad resulta baratísimo y que hacerse rico es un placer. Y aunque la vida es dura, más que nada un lujo, los gustos son gratis y los gastos, por qué no, ¡también!

De tal manera, si eres de los que estiran la quincena como liga de calzón de bajo presupuesto, y ni así te alcanza para solventar tus necesidades (las básicas y las otras), te pasamos al costo nuestro Manual del perfecto gorrón para librar la crisis.

Gorrear no se trata de gastar la pensión de tu abuelito o de echarle el sable a tus progenitores, sino de economizar en aquellos aspectos frívolos que hacen del día a día un guateque sin fin, exquisito y bara bara, donde el ingenio es “al contado” y la culpa, jeje, “a meses sin intereses”. He aquí algunos tips para ahorrar una lanita sin dejar de lado, claro está, la sabrosura de ser y de vivir:

1. La visita de las siete casas

En tiempos de dificultad, de carencia y sobre todo de hambre, caerle de vez en diario a los parientes o a los amigos, a la hora exacta de la comida, ¡nunca falla! Total, un platito de frijoles a cualquiera se le saca. ¿Quién de tus seres más queridos te negaría un plátano para tu torta o un par de huevos en tu arroz?

2. Pa’ todo el año

Cuando vayas a los restaurantes que ofrecen refill de chesco ilimitado, guarda tu vaso para ocasiones posteriores, así, cuando andes por dichos establecimientos, podrás entrar a refrescar el gañote herido, como si fuera siempre la primera vez.

3. ¿Quén pompó?

Si tienes un compromiso social y no tienes ropa adecuada, compra lo que necesites en cualquier tienda departamental; úsalo y devuélvelo al otro día con un simple argumento: “no te quedó del todo bien”. ¡Te regresarán tu lana! Sólo ten la precaución de no derramar el trago (o algún otro fluido) sobre el finísimo saco café.

4. Hasta que el cuerpo aguante

Si lo que te agrada es gozar del cena-baile y lucir la naturalidad de tus buenos modos en la mesa, o en la pista, sólo ve a pedir informes al salón de fiestas más cercano y te invitarán a que conozcas el lugar durante un evento, que bien puede ser un bodorrio o unos XV años. Asiste a la pachanga, devora los cuatro tiempos del menú (si puedes, lleva el respectivo tóper para el itacate) y disfruta del bailongo hasta que te ardan los juanetes… de todos modos, no vas a contratar ningún servicio y por probar nada se pierde (ni se paga).

5. Con sabor a guacamole

Si lo que quieres es degustar una botana al aire libre, lo suficientemente deliciosa, llenadora y proteínica, en un ambiente de folclor y mexicanidad chilanga, sólo es cosa de dar el rol por cualquier mercado sobre ruedas y aceptar las pruebas que te brindan los marchantes: carnitas, barbacoa, queso, obispo, aguacate, chicharrón… ¡ah, prieto!, de todo encuentras en el tianguis pa’ llenar el buche.

6. ‘A la zumba’

Sabemos que a más de una persona le encanta mover el bote con fines terapéuticos, o sea, para sudar la lonja y el morrillo. Para que esta noble actividad no te salga en un ojo de la cara, acude a un centro recreativo de esos que ofertan clases de zumba con la promoción de “la primera es gratis”. Puedes frecuentar un changarro distinto cada semana hasta lograr esa figura encamable que tanto has anhelado (“¡olvídate de esas horribles chaparreras!”).

8. La hora feliz

Jamás falta la reunión con los amigos, la visita al antro o el tradicional cantinazo dos-por-uno. Y tampoco falta nunca la hora fatídica y aciaga: la pedida de la cuenta. Para librar este escollo tan ancho como profundo, pasa tu tarjeta de crédito sin saldo, y cuando sea rechazada, finge sorpresa: otro acabará pagando. O ya de plano, como quien no quiere la cosa, echa una carrera al baño bajo el pretexto de que traes suelta la morralla; hazte guaje y no salgas de ahí hasta que pase lo peor.

9. Ciberlujuria

Por último, cabe sugerir que no hay nada de malo en darse unas caricias con esa persona horrenda y asquerosa que tienes por vecina o por vecino, a cambio de que comparta contigo su Wi-Fi. Todo es cuestión de perder un poco el asco, al fin y al cabo, ¡qué tanto es tantito! En una de ésas, chance y te enamoras.

En fin, así las cosas, con estas estrategias infalibles, ya no tendrás pretexto para no pasártela ¡de peeerlas!, ya que se pueden saborear las ricuras de la vida más allá de la inflación y del salario mínimo. Recuerda que la gorra es de quien se la atiborra, y cada chilango mete la cabeza donde puede. Y tú, ¿qué has hecho para no pagar?

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