¿Quién es?
El niño estrella por excelencia de nuestra generación. Era un guerito con la voz de megáfono y cuya capacidad intelectual-ingeniera era una mezcla entre Napoleón y Adolfo Hitler (sin bigote). El éxito que lo llevaría a la fama fue Kevin McAllister, el hijo más pequeño de una fértil familia católica de Chicago, quienes eran peores padres que Britney Spears o Darth Vader: durante dos Navidades seguidas, lo abandonaron a su merced. No conforme con este trauma, tuvo que enfrentar a dos ladrones que no recibieron suficiente oxígeno al nacer.

¿Por qué es castroso?
Por mamón y por engañarnos. Ningún niño es capaz de aguantar el abandono de sus padres durante más de una semana, y mucho menos vencer a dos hombres adultos. En la vida real esos malandrines lo hubieran capturado y enviado con el Clan Trevi Andrade. Además de todo, su grito famoso mientras corría a la cámara era tan detestable como la orina de un perro en los ojos.

¿Qué va a ser de grande?
Kevin McAllister seguro se volvió un asesino serial: un niño sólo puede aguantar ciertas cosas de su familia, el olvido y la constante burla de sus primo/as sólo tenían un destino seguro: la primera plana del “Alarma”. Matolos y quemolos.

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