Por angas o por mangas, hay ocasiones en que cumplir con las obligaciones o hacer efectiva la palabra empeñada resulta difícil, imposible o fastidioso. Terminar la tarea, ir al trabajo, jugar con el perro, pasear a los hijos, tirar la basura, pagar las deudas… a veces, no es que no queramos realizar las cosas, sino que nomás no se puede; o sucede que lo que hacemos sale mal (muy mal) y entonces debemos justificar nuestras calabaceadas y metidas de patrulla.

Por eso hoy, te venimos ofreciendo, mira, artículo promoción, te venimos manejando lo que son los más absurdos pretextos, pero eso sí, muy socorridos y, sobre todo, ¡infalibles! Más vale ir a la segura que andar inventando pachecadas que nadie te va a creer de todos modos. Mejor estas estrategias evasivas y justificadoras que, por su éxito a lo largo de la historia, se pueden considerar institucionales. Pretextos que harán de tus incumplimientos un suculento festín de credibilidad (jeje).

A dónde irá veloz y fatigada…

…la abuelita moronga que de aquí se va. ¡Sí! Quizá es el más antiguo, pero también el más puntual e irrecusable embuste que, sin duda, te sacará de apuros. ¿Amaneciste crudo un lunes, sin la fortaleza física o anímica necesaria para ir a la chamba? ¡Fácil!, nada como el axiomático descaro de afirmar: “mi abuelita se petateó”.

Nunca me había pasado

Para esa ocasión penosa de la hora cuchisexy, en la que a todo hombre le falla (eso dicen) la virilidad, siempre está la excusa salvadora: “nunca me había sucedido a mí”, o bien, la divertida variante: “ya no me había pasado desde que estuve con mi maestra de la secu”.

Se me acabó la pila

Con la tecnología, llegó para quedarse un mundo de ventajas, pero también de inconvenientes. Si eres adolescente, joven, mujer casada, hombre de familia o el hijo cuarentón y consentido de mamá, y debes reportarte cada media hora por teléfono para que no te den con el cincho en las de acariciarse, sólo basta con que digas “se le terminó la pila al celular”, ¡y ya la armaste!

Sigo parado en Pino Suárez

Si tu mero mole es la impuntualidad y llegas tarde a la oficina, a la escuela, al bautizo de tu chico ahijadote o a cualquier lugar, éste es para ti: “el Metro venía lento”, “se quedó un ratote parado”, “me torció la puerta el callo del juanete”… Ya si la circunstancia es extrema, puedes argumentar que hubo trifulca entre polis y ambulantes, o de perdida, lucha de señoras por el lugar de minusválidos.

El Padrino (patas de cochino)

Esta argucia puede ser muy útil para eludir un compromiso, ya sea de trabajo o con esa persona horripilante, de rostro barroso y cacarizo, patas chuecas y sobaco humeante, a quien invitaste al cine aquel viernes de parranda épica. Para zafarte, lo más certero es decir, con cara de vergüenza y expresión arrepentida: “no me acordaba, pero ese día se casa mi prima y voy a ser padrino”. ¡Qué tal!

Toma chocolate, paga lo que debes

Ya no te escondas de tus acreedores, ni huyas de tus responsabilidades financieras, mejor ¡coge al toro por los cuernos! Sólo tienes que decirle a los cobrones (digo, cobradores): “qué crees, no me han depositado”, “ahora sí, mañana te lo pago, ¡por ésta!”, o “sólo tengo un cheque posfechado, sólo que lo quieras así”. ¡Nunca falla!

Convenientemente indispuesta

El pretexto más irrebatible y contundente que puede esgrimir una mujer, pero también el más doloroso para todo varón rebosante de lujuria y fogosidad viril: “hoy no, me duele la cabeza”. ¡Ay, ay, ay! Nomás no abusen de éste, queridísimas chilangas, porque pueden matar a alguien.

No, por favor, somos compadres

¿Qué es eso? Mira que echar por delante el compadrazgo… ¡eso sí que es absurdo! ¿Qué tiene de malo?, ¿qué tanto es tantito?, al fin y al cabo, todo queda entre compadres. ¡Pero no! Nunca falta la santurrona o santurrón que pone de pretexto la amistad o el parentesco para evitar entrarle a algún negocio, llámese tanda o pirámide. Pero bueno, ya es cosa suya si aplican esta barbaridad.

En fin, éstos han sido los pretextos absurdos más empleados a lo largo de los tiempos y a lo ancho de las geografías, y siempre serán, como los buenos especímenes del género machín, ¡viejos pero cumplidores! ¿A poco no? Y ahora dinos, ¿cuáles son tus excusas preferidas?

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